La Estética Barrial: un lugar seguro contra la violencia de género

15 enero, 2021

En el octavo municipio con más violencia de género en el país hay una estética donde cortan, peinan, aplican tintes y hacen manicura a mujeres, jóvenes y niñas; mientras las escuchan, acompañan y enseñan de amor propio, para superar las violencias que les rodean

Texto Dalia Souza / Zona Docs

Fotos: Christian Cantero

JALISCO.- “Vengo a hacerme el tinte de pelo, es que cobran bien barato, 50 pesos”, dice una vecina de la colonia Rehilete antes de entrar a la Estética Barrial donde ya la esperan. Llegó puntal a su cita, pues no quiere perder su lugar.

Ubicada en la calle Guamúchil #21 de colonia Rehilete en Zapopan, Jalisco, la Estética Barrial es “un lugar seguro contra la violencia de género”. Inició operaciones en el año 2019, gracias a Parvada, una organización civil que busca generar redes comunitarias para mujeres trabajadoras del hogar y habitantes de asentamientos informales.

“Esto hace que se sientan mejor, cuando les pintamos el cabello, hacerles un arreglo estético, esto les ayuda muchísimo para levantarse. Y ya con la plática eso les ayuda a desahogarse”, advierte Isabel, estilista, fitoterapeuta y experta en aromaterapia, quien junto con sus compañeras Liz, Teresita y Fran, se han encargado, desde hace un año, de construir un espacio de sororidad para las mujeres de esta y otras colonias consideradas en situación de marginación dentro del municipio de Zapopan.   

El servicio y los precios accesibles son apenas un pretexto, advierte Isa, pues “como en cualquier estética normal cortamos el cabello, hacemos tintes, rayos” sin embargo, “el principal objetivo es atender a las mujeres que sufren violencia de género”.

Liz, manicurista, técnica en aplicación y diseño de uñas, e integrante de la Estética Barrial, reconoce que la violencia machista que sufren estas mujeres, jóvenes y niñas se encuentran tan arraigada y normalizada que resulta difícil sustraerlas de estos entornos. Sin embargo, gracias al trabajo sororo que realizan mientras cortan el cabello o hacen alguna manicura, decenas de mujeres que han pasado por sus manos, sillas de trabajo, tijeras, pinceles, espejos, tocadores, han recuperado la confianza que por años les arrebataron sus padres, esposos, parejas, amigos y hasta desconocidos.

A veces pensamos que la violencia sólo es física, pero nos toca ver que no sólo están dañadas físicamente, sino el trasfondo. Nos han tocado casos muy fuertes donde nos toca el apapachar a ellas porque llevan viviendo violencia por años, años y años y no lo sabían, o es tanto la normalización de la violencia que de verdad no lo creen” advierte Liz.  

Por ello, dicen Liz e Isabel, les toca “meter esa espinita para llegar al punto de conocer desde qué momento están viviendo esas violencias” y tras identificarlo “apapachar” y decirles a sus usuarias, que con el tiempo se convirtieron en sus clientas y luego en sus amigas, en sus hermanas, que nunca más volverán a estar solas. Y es que, señalan que se trata de mujeres que desde la niñez han sufrido violencia y no han tenido acceso a un espacio como este.

“Lo que hacemos es una conexión con ellas de escucha, escucharlas y conocer la problemática que tienen. Ahora sí que el trabajo que nosotros les hacemos es como un ganchito para que se sientan apapachadas. Nosotros tenemos que aprender a escuchar, a ser empáticas, a solidarizarnos con ellas”.

Las violencias que viven

De acuerdo con un diagnostico realizado por la organización PARVADA, el 73% de las mujeres que viven en esta colonia han sufrido o sufren algún tipo de violencia y 71% no lo denunciaron.

Esposos y exparejas representan entre una tercera y cuarta parte de los agresores, respectivamente; le siguen padre o madre con una quinta parte. Después hijos o hijas, vecinos o conocidos, algún compañero de la escuela, amigos o pareja ocasional compañero o jefe de trabajo y extraños o desconocidos se enlistan el los agresores.

Sobre las formas de violencia, empujones y jalones representan la mayoría de éstas; ñe siguen cachetadas y golpes; rasguños y pellizcos; insultos y ofensas; menosprecios y humillaciones chantajes y amenazas.

Este estudio realizado a 101 mujeres reveló que no sólo la violencia física y la psicológica laceran su vida familiar y de pareja, también logró evidenciar que las violencias económica, patrimonial y simbólica son recurrentes en su diario cotidiano. De acuerdo con las estadísticas del diagnóstico, al 28% de las mujeres le fue prohibido ver a sus amigos y familia; 42% es víctima de celos y control; 20% ha sido despojada de sus pertenencias; 24% ha sido obligada a abandonar su casa y 27% ha sido obligada a tener relaciones y sexuales.

Aprender a cuidar

Ciertamente, la Estética Barrial no sólo ha sido un proyecto que ha impactado la vida de decenas de mujeres en la colonia Rehilete y Prolongación Rehilete. Cuando Isabel y su compañera Liz fueron invitadas a participar en el proyecto, recuerdan que además de pasar por un proceso de selección, tuvieron la oportunidad de ser capacitadas por trabajadoras sociales y psicólogas que les ayudaron a identificar las formas en las que se ejerce la violencia de género en otras personas y en sí mismas.

“Para mí ha significado una gran satisfacción porque como mujer aprendí a identificar la violencia no sólo en las otras personas, sino en mí misma, me ayudo a crecer como mujer y a tener más ideas, planes, sueños, a no quedarme estancada en un solo lugar, esto te ayuda a crecer como mujer”, comparte Isabel.

“Ellas saben que éste es su lugar seguro, desde el momento en el que llegan se les da la invitación, ellas ya lo saben, normalmente cuando vamos a comenzar a trabajar hay perifoneo o repartición de volantes”, advierte Isabel. Por lo tanto, quienes llegan a la Estética Barrial suelen ser mujeres que no sólo acuden por un cambio de look, frecuentemente, recurren a este espacio porque necesitan ser escuchadas y saben que ahí recibirán ayuda, incluso, explica Liz, sin que requieran alguno de los servicios:  

Nosotros les decimos, somos muy transparentes en recordarles que, si algún día no quieren hacerse ningún servicio, cualquiera de nosotras estamos para escucharlas. Nos toca que de repente sólo quieren ser escuchadas”.

Cómplices y aliadas en la lucha contra la violencia de género  

La violencia de género es tan lacerante, que, aunque muchas mujeres llegan a la estética y salen renovadas, otras lamentablemente regresan con su agresor.

Son muchos los casos de vida que con fuerza y valentía han acompañado estas mujeres. Desde su trinchera, han aprendido que la violencia de género se encuentra arraigada en todas las clases sociales, sin distinción; y que sus formas, se reproducen de manera tan silenciosa que parecieran imperceptibles, inexistes, indetectables o, a veces, tan exaltadas y evidentes como una golpiza que se deja pasar o que es justificada por la víctima.

A decir de Liz, las formas en las que se reproduce la violencia machista, particularmente en las relaciones de pareja y/o matrimonios donde las mujeres son muy jóvenes, es la más difícil de contrarrestar, pues en su opinión, la codependencia, sumada a la manipulación, el miedo y el control que se ejerce en su contra las lleva a sustraerse de un proyecto de vida propio o independiente que siquiera suponga pensarse sin su agresor.  

Hace algunos meses, recuerda Liz, acompañó el caso de una joven que acudió a la estética luego de haber sido golpeada por su pareja. El impacto que aquello le ocasionó jamás podrá olvidarlo, dice, sin embargo, lo más importante en aquel momento era ayudarla a salir de este lugar donde se encontraba. Como auténticas heroínas idearon un plan para ayudarla a abandonar esa casa. Con el apoyo del grupo de psicólogas y trabajadoras sociales del Centro Comunitario La Colmena y PARVADA, la adolescente fue canalizada a un sitio seguro. Tristemente, volvió con su agresor.

“Busqué la manera, armamos un plan, la llevé a La Colmena y ellos la canalizaron, yo la dejé ahí y se la llevaron a otro lado. Lamentablemente, después de un tiempo nos dimos cuenta de que había regresado con el sujeto que la había agredido. Eso nos llenaba de tristeza, de impotencia, porque ellas mismas se enlazan con el sujeto y piensan que no pueden vivir sin él”.

Si bien, este caso les dejó un halo de “deuda pendiente”, reafirmaron su compromiso con la erradicación de todas las formas de violencia que laceran la vida de las mujeres desde su origen.

Isabel, Isa como le dicen con cariño sus compañeras, sabe que una de las claves para combatir esta violencia se encuentra en ayudar a las mujeres a recuperar “poco a poco” la confianza en sí mismas, pero, además, en otras personas que pueden ayudarles; pues si bien, advierte, es fácil decir “me salgo de ahí” y quizá “físicamente” es posible, “recuperarse es lo que cuesta trabajo”.

Es algo bien difícil que la persona pueda recuperar su confianza, la seguridad en ellas mismas, recuperar poco a poco, porque primeramente es relacionarnos con las personas y que ellas tomen confianza para poder abrirse”.

Por ello, Isa considera que su trabajo consiste en “tener una conexión de corazón a corazón”, es decir, en construir lazos de sororidad, empatía y confianza con las mujeres que llegan a la estética en busca de ayuda, incluso, cuando las usuarias no consideran que la necesitan.

“Si la otra persona no acepta el apoyo, no reconoce que está siendo víctima, es muy difícil”, precisa Isa, mientras recuerda el caso de una mujer adulta mayor que dudaba en recibir ayuda, pues creía que ya no tenía sentido “sanar heridas de su pasado”:

“Cuando yo la invité a participar ella me dijo: “no, yo no, para qué, ya estoy grande, yo ya me voy a morir”. Ella no se dio cuenta en qué momento fue liberándose, abriéndose poco a poco, hasta que terminó yendo al grupo de psicología. Aunque ella no quería reconocerlo, ella fue una niña que a los escasos cuatro años de edad fue abusada por su propio abuelo”.

Y es que, advierte Isabel, estos espacios sirven para que las mujeres que están siendo víctimas “saquen todo lo que traen dentro gracias al acompañamiento que se le está dando”. 

Desaprender la violencia

Después de Juárez, Chihuahua; Tijuana, Baja California; Monterrey, Nuevo León; Culiacán, Sinaloa; Iztapalapa, Cuauhtémoc y Tlalpan en la Ciudad de México; Zapopan, Jalisco es el municipio número ocho del top 100 de las ciudades con más presuntos feminicidios perpetrados en México entre enero y noviembre de 2020, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Las estadísticas federales, evidencian que se registraron 10 presuntos feminicidios en este periodo, lo que representan 1.37 feminicidios por cada 100 mil mujeres de esta ciudad del Área Metropolitana de Guadalajara. Sin obviar mencionar a Tlajomulco de Zúñiga, el cual ocupa en esta misma entidad el lugar número nueve nacional con 9 feminicidios registrados y con una incidencia de 2.77 por cada 100 mil mujeres.

Para Isabel y Liz está claro que la violencia de género se encuentra en todos los frentes. Y es que, aunque las mujeres que más acuden a la estética para recibir ayuda son adultas, de a poco, quienes integran este proyecto han identificado un aumento en las visitas de niñas, adolescentes y jóvenes con problemáticas que les preocupan.

“Nos están visitando niñas, es uno de los temas que vimos durante 2019. Son las que más nos preocupan pues están normalizando estas violencias desde temprana edad. Las pequeñitas están siendo violentadas, abusadas, asesinadas por sus familias” afirman Liz e Isabel.

Preocupada y ocupada, señala Liz, las más jóvenes de esta colonia están dejando de preocuparse por construirse un proyecto de vida que no dependa de un hombre o de una figura masculina proveedora:

“Nos asusta porque esto es lo que creen desde niñas. Qué quieres de tu vida, qué se te antoja hacer, qué quieres hacer como mujer, niñas de 14 años sus respuestas eran “yo me voy a ir con el novio. Cuestionándole a una de ellas qué pasaría si termina con su novio, sobre qué haría para salir adelante, me decía “si no tengo a mi novio, hay más, como si no hubiera más”, fue lo que me contestó.

Aunado a estos contextos, durante el 2020, fueron testigas del recrudecimiento de la violencia machista que trajo consigo la pandemia para las mujeres, jóvenes y niñas de esta colonia; no obstante, reconocen que este tiempo también ha sido fundamental para afianzar más y mejores redes de acompañamiento.

“En realidad sí aumentó la violencia, pues encerraron al agresor con la víctima, pero también creo que hubo un poco más de ayuda… Hubo más redes de mujeres para mujeres que sufren violencia”.

Aunque la Estética Barrial tuvo que cerrar en acato a los lineamientos estatales y federales para el control de la pandemia, ellas siguieron en constante capacitación y formación a través de reuniones de zoom y con expertas en el tema:

“Yo no cerré, yo dije ‘voy a seguir’. En este tiempo hice un grupo con las psicólogas de La Colmena para que en cuanto se abriera tuvieran acceso a un grupo de terapia grupal, pues sabíamos que este tiempo iba a implicar que experimentaran más violencia por permanecer más tiempo con su agresor. También hubo más mujeres que se prepararon, líderes que se unieron y estuvieron capacitándose” relata Isabel.

A la par, Liz e Isa siguieron por su cuenta, desde sus hogares o con citas a domicilio, acompañando a sus clientas y usuarias, ofreciendo como pretexto sus servicios de estilismo y manicura.

La sororidad frente a la adversidad

Es un hecho que con el tiempo la Estética Barrial ha ido reconfigurándose de acuerdo con las necesidades de las usuarias y de las propuestas de quienes la integran; sin embargo, su hacer y su razón de ser ha dejado una huella inclaudicable en la historia de vida de estas mujeres que luchan todos los días desde la base, desde “la sororidad”, como dice Isabel, contra la violencia de género y machista en sus colonias:

 A mí me encanta la palabra sororidad porque en realidad es lo que somos, nos convertimos en esas cómplices, hermanas y nos ponemos en el lugar de las mujeres y sentimos su dolor. Porque para ayudar tenemos que sentir lo que nos está transmitiendo y buscar que eso cambie para ellas, porque también nos afecta”.

Aún hay muchos proyectos futuros y planes en puerta para este espacio seguro contra la violencia de género; desde más difusión para que nuevas mujeres se acerquen, más servicios de estilismo y autocuidado, cursos de capacitación para niñas y adolescentes, hasta apoyo psicológico y sesiones de terapia grupales.

Por ahora, debido a la pandemia y a las restricciones sanitarias, la estética retomó sus actividades habituales a principios del mes de diciembre, los horarios de atención son de lunes a viernes de 10 de la mañana. a 2 de la tarde y de 3 a 7 de la tarde. Si quieres hacer una cita puedes contactarles a través del teléfono 33 1914 8180, vía WhatsApp o asistir a su local en la calle Guamúchil #21, en la colonia El Rehilete, Zapopan, Jalisco.

La Estética Barrial es un proyecto de la organización PARVADA, se mantiene de donaciones y personas solidarias que han invertido para la compra de equipo, material y el pago de salarios honoríficos para sus integrantes.  Si te interesa sumarte como persona aliada contáctales a sus redes sociales.

Este trabajo fue publicado originalmente en ZONA DOCS que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

Periodista y apasionada de la radio. Productora de los programas Rumbo Al Norte, especializado en migración, y Hasta Encontrarlos, enfocado en desapariciones; ambos transmitidos por Radio Universidad de Guadalajara, en sus estaciones regionales de Ocotlán y Lagos de Moreno, respectivamente.