El desafío de desenterrar el fósil de la ballena más grande conocida hasta hoy

18 agosto, 2023

Estudiar los fósiles puede aportar valiosa información para entender lo que está sucediendo en el presente y lo que ocurrirá en el futuro. Foto: Giovanni Bianucci.

Gran parte del fósil descubierto, que corresponde a una especie de cetáceo extinto, continúa enterrado en el desierto de Ica, en Perú. Desenterrarlo por completo podría aportar valiosa información para entender los cambios actuales y futuros a los que, debido a la crisis climática, se enfrentan las especies que habitan la corriente de Humboldt

Texto: Michelle Carrere / Mongabay Latam

Fotos: Giovanni Bianucci

Perú acapara la atención de paleontólogos del mundo entero desde que un grupo de científicos publicó en la revista Nature el descubrimiento del Perucetus colossus, una nueva especie de basilosáurido —una familia extinta de cetáceos— y que posiblemente sea el mamífero más grande y más pesado que ha habitado el planeta.

En el Museo de Historia Natural, en Lima, están expuestas 13 vértebras, cada una de más de 100 kilos, cuatro costillas y una parte de la pelvis de la ballena prehistórica. Esto corresponde apenas a un 5 % del animal, aseguran los investigadores. La mayor parte del fósil, que se estima tiene unos 39 millones de años, continúa enterrado bajo varios metros de roca, dura como el cemento, en el desierto de Ica donde las agrestes condiciones hacen del lugar de trabajo un verdadero “infierno”, como lo describe el paleontólogo peruano Mario Urbina que descubrió hace 16 años este extraordinario fósil.

“Mucha gente en redes sociales pregunta por qué las patitas son enanas, por qué la cabeza es tan chiquita”, cuenta Aldo Benites-Palomino, coautor del estudio. Pero el dibujo publicado no es más que una proyección del posible aspecto que tuvo el Perucetus colossus basado en lo que se conoce de sus parientes. ¿Era realmente la cabeza tan pequeña? ¿Se veían así sus patas? Esas son preguntas que los científicos esperan poder responder una vez que el esqueleto haya sido extraído por completo.

Desenterrarlo, sin embargo, implica una complicada logística. Los implementos utilizados hasta ahora no bastarán para continuar con los trabajos. El fósil está en un lugar de tan difícil acceso que sería necesario acudir a procesos que se utilizan en la minería. ¿De qué se trata y por qué es tan importante desenterrar este gigantesco animal fosilizado?

Ilustración: Alberto Gennari.

La odisea de extraer el fósil

Aunque el paleontólogo Mario Urbina lleva seis años excavando el gigantesco fósil, el descubrimiento lo realizó hace más de tres lustros. “Para conseguir los fondos, conseguir que me crean, todo eso me he tardado”, asegura el científico y agrega que fue necesario trasladar al museo pedazos del fósil “porque con las fotografías del campo no me creían”.

Fue en Samaca, en el desierto de Ica, al sur del Perú, que Urbina encontró los restos fosilizados del animal, cuenta el paleontólogo Benites-Palomino. Las condiciones de este desierto son tan agrestes que Urbina lo cataloga directamente como “un infierno”. “Es horrible el lugar de trabajo”, dice el líder de la investigación. El viento es tan fuerte y la noche es tan fría que los exploradores volvían con heridas en la piel tras cada expedición. Además, “entre diciembre o primera semana de marzo las temperaturas son de unos 42 grados, sin una sola sombra” y, como si fuera poco, llegar al sitio es toda una odisea. “Vas por una zona de trampas de arena y te puedes arenar con la camioneta y quedarte ahí”, explica Benites-Palomino.

En esas condiciones Urbina excavó a mano el fósil del Perucetus colossus durante cuatro años. Pero luego, cuando pudo demostrar que lo que había en ese lugar eran el gigantesco fósil de un animal y pudo conseguir financiamiento privado del extranjero, la metodología cambió. “Extraer el fósil es bien complicado porque estamos hablando de vértebras que pesan entre 150 y 180 kilos”, explica Benites-Palomino.

Arneses, una grúa, estructura metálica, martillos neumáticos —de esos que se utilizan para romper el concreto de las calles— se usaron para extraer el fósil enterrado a varios metros bajo tierra en una roca tan dura como el cemento mismo.

Varias toneladas de material se removieron para sacar las 13 vértebras que están expuestas, pero eso no es “ni el 5 % del total”, dice Benites-Palomino. “Queda animal todavía en el cerro”, asegura, pero el problema, dice Urbina, es que “cada vez que yo encuentro un hueso este se va en dirección hacia la profundidad”, lo que dificulta todavía más la excavación.

Arneses, una grúa, estructura metálica, martillos neumáticos —de esos que se utilizan para romper el concreto de las calles— se usaron para extraer el fósil. Foto: Giovanni Bianucci

Para continuar con los trabajos, la metodología utilizada hasta ahora ya no es suficiente. “Esperamos poder extraer más, pero necesitamos una logística mucho mayor porque el fósil sigue para adentro de la tierra y como la roca es tan dura la única forma que estamos evaluando ahora es recurrir a ciertos procesos que se usan en minería”.

El reto, sin embargo, es aún mayor puesto que “tienes que ir con tremendas maquinarias, pero ese sitio no les va a permitir la llegada”, reconoce Urbina. “Imagínate que para irme al lado donde yo trabajo tengo que pasar una duna a toda velocidad casi vertical. No puedo traer una maquinaria por esa duna”, explica el experto.

Por otra parte, también hará falta más financiamiento para poner en marcha la continuación de las excavaciones. “Extraer cada vértebra ha costado un promedio de entre 4 mil a 8 mil dólares”, detalla Benites-Palomino y actualmente los fondos que quedan disponibles están destinados principalmente a limpiar algunas piezas que aún tienen rocas adosadas, precisa.

Pero, ¿cuál es el interés de encontrar el fósil completo?

Estudiar el pasado para entender el presente

Debido a la crisis climática, numerosos son los cambios que están experimentando las especies marinas que habitan en la Corriente de Humboldt, la masa de agua fría que baña las costas del mar peruano y chileno. En los fósiles, explica Benites-Palomino, es posible ver cómo los animales se adaptaron o no a pasados cambios climáticos. Por eso, estudiarlos puede aportar valiosa información para entender lo que está sucediendo en el presente y lo que ocurrirá en el futuro.

Por ejemplo, Benites-Palomino, especialista en cachalotes fósiles, explica que actualmente los tiburones si bien se alimentan de mamíferos marinos, sobre todo son carroñeros y se alimentan de grasa visceral de ballena. Sin embargo, hace siete millones de años, “las ballenas no eran grandes, no tenían tanta grasa visceral, por lo que la comida de los tiburones era las narices de los cachalotes ricas en contenido graso”, cuenta el experto.

Esa información se obtuvo a partir de los fósiles de cachalotes que Benites-Palomino estudia, puesto que “todos están mordidos en la nariz donde sabemos que están los órganos de grasa altamente nutritivos. Es un patrón, no están mordidos en ninguna otra parte del cuerpo”, asegura el experto. Esa, explica, es la primera evidencia de algo que hoy se describe como el ciclo de las grasas: “La relación que existe actualmente entre los tiburones y los mamíferos marinos donde las orcas, por ejemplo, se alimentan de los hígados de tiburones de distintas especies y los tiburones, a su vez, se alimentan de la grasa visceral de las orcas”, explica.

Como demuestra este ejemplo, comprender la dieta de los animales del pasado es crucial para estudiar a los fósiles en su contexto, pero para hacerlo es necesario tener la cabeza fosilizada del animal, algo que hasta ahora no se tiene del Perucetus colossus. Como bien dice la publicación científica, “dado que se desconocen el cráneo y los dientes de P. colossus, cualquier hipótesis sobre la dieta y la estrategia de alimentación de esta primitiva ballena idiosincrásica sería especulativa”.

Según explica Benites-Palomino, es en el cráneo es donde están la mayoría de los sentidos —el olfato, el gusto, la vista— y también otras características clave como la forma del rostro, el tipo de dientes, el desarrollo de los músculos de la mordida. “Toda esta información dice algo sobre la dieta. Si un animal tiene unos dientes cuadrados, es un omnívoro. Si tiene unos dientes muy anchos es herbívoro. Si los tiene puntiagudos es carnívoro. Si tiene el hocico largo está alimentándose de manera raptora. Si es un animal de cara muy cortita, como el cachalote, es que hacen una especie de succión de vacío y se tragan la presa entera”, explica el científico.

La mayor parte del fósil continúa enterrado bajo varios metros de roca, dura como el cemento. Foto: Giovanni Bianucci.

Seguir excavando el Perucetus colossus para entender cuál era su dieta permitiría responder a una pregunta que tiene intrigados a los paleontólogos de todo el mundo: ¿Qué condiciones tenía el mar para poder alimentar a un animal tan grande?

Según la publicación son diversas las teorías. “Puede haberse alimentado de pastos marinos y/o algas, pero eso lo convertiría en el único cetáceo herbívoro, un escenario bastante improbable”. También podría haberse alimentado de fauna bentónica, aquella que permanece en el fondo marino como los crustáceos y los moluscos. “Las estrategias de alimentación por succión y/o filtración para forrajear la fauna bentónica también podrían evocarse especulativamente”, dice el estudio. Y, finalmente, una última hipótesis sostiene que el Perucetus colossus podría haberse alimentado de carroña en los cadáveres de vertebrados hundidos.

Si existe o no el cráneo para obtener eventualmente estas respuestas es algo que no se sabe. Además, en las últimas dos expediciones Urbina asegura que no ha encontrado nada. “Estamos hablando de una expedición de tres semanas y una de cuatro, y cada día me cuesta un montón de plata porque tengo obreros trabajando con las máquinas”, dice.

El sueño de desenterrarlo por completo, sin embargo, sigue vivo, aunque los esfuerzos logísticos y presupuestarios hechos hasta ahora tendrán que multiplicarse.

Este trabajo fue publicado incialmente en MONGABAY LATAM. Aquí puedes consultar la versión original.

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