Brasil: la titánica tarea de recomponer un país roto

2 noviembre, 2022

A diferencia de la primera gestión de Lula, Brasil tiene ahora a sus principales empresas desmanteladas, privatizadas y un contexto internacional mucho más desfavorable para el comercio. Además, el hambre y la inseguridad se han multiplicado

Texto: Daniela Pastrana

Fotos: Omar Martínez / Cuartoscuro / Global Exchange

SAO PAULO, BRASIL.- Es la ciudad brasileña más influyente en el escenario global. La que tiene más multimillonarios de todas las ciudades de América Latina. La más poblada. Los brasileños le dicen la ciudad que no puede parar. Pero Sao Paulo es, simplemente, una ciudad enjaulada.

Y, también, el reflejo de un país que se consume en una inconmensurable desigualdad.

Las alertas aparecen apenas aterrizas: “Evite usar su celular en la calle”. Una advertencia que podríamos escuchar en otras ciudades del continente, incluida la capital mexicana, pero que aquí cobra una relevancia insospechada: todos los periodistas que han venido a cubrir las elecciones cuentan un robo. El arrebato de un celular a plena luz del día; un carterazo en las manifestaciones; un asalto a dos cuadras del hotel. “Me siento secuestrada”, dice una reportera que ha cubierto elecciones en toda la región. “No quiero arriesgar el equipo”, platica un fotógrafo que viene de la violenta Tijuana.

El inusual encierro de periodistas no es la única señal del miedo. Por toda la ciudad se miran construcciones con doble puerta y rejas, en muchos casos electrificadas.

Es el Brasil que deja Jair Bolsonaro después de 4 años de gobierno:

El país que regresó al Mapa del Hambre de las Naciones Unidas, del que había salido en 2015. Un lugar donde 15 millones de personas pasan sin comer más de 24 horas, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO (otras organizaciones estiman que la cifra puede llegar a 33 millones). Donde una tercera parte de la población —más de 60 millones de personas— no tiene seguridad alimentaria, lo que significa que no sabe cuándo podrá comer. Y donde el hambre, el desempleo y la caída de ingresos provocaron que se duplicara el número de favelas (barrios marginados) en la última década.

La pobreza, la cancelación de derechos para la diversidad sexual, la exclusión de los pueblos y la destrucción de la Amazonía, son razones suficientes para entender la derrota electoral de Bolsonaro. Pero no explican los 58 millones de votos que obtuvo el actual presidente para cerrar la competencia.

“La prensa tiene 20 años construyendo una imagen de Lula como un enemigo”, me dice Alina Duarte, la periodista mexicana que ha cubierto más elecciones en Latinoamérica en los últimos años.

Manifestación de personas en la avenita avenida que comunica a la zona Cento de Sau Pablo con el aeropuerto

Los votos que no llegaron

El dato no es menor: entre la primera vuelta electoral, que se realizó el 2 de octubre, y la segunda vuelta, que se definió este domingo 30, se acorto la brecha entre los votos del expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, y el actual mandatario, Jair Bolsonaro.

Lula había obtenido 57.2 millones de votos en la primera ronda y ahora obtuvo 60.3 millones. Su votación aumentó 5 por ciento y eso le alcanzó para obtener la presidencia.

Pero Lula no sumó todos los votos que en la primer ronda tuvieron Simone Tebet (4.9 millones) y Ciro Gomes (3.6 millones),que para la segunda vuelta apoyaron al líder del Partido del Trabajo. De hecho, ni siquiera sumó la mitad de los sufragios de esos dos candidatos. Muchos analistas piensan que esos votos no llegaron porque Lula hizo alianzas con personajes que corren hacia el centro su proyecto político. El caso más evidente es el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, un político conservador y defensor del mercado que ya fue alcalde de Sao Paulo.

Bolsonaro, por su parte, había conseguido en la primera vuelta 51 millones de votos, una cifra superior a la que calculaban las encuestas previas a la elección. Y este domingo, en la segunda vuelta, subió a 58.2 millones. Eso significa un aumento de 14 por ciento de sus votos en un mes.

Otros resultados electorales han comenzado a desglosarse. Se sabe ya que Lula da Silva ganó entre los sectores más ricos (producto de alianzas que no había hecho en sus campañas anteriores) y entre los sectores más pobres, mientras que el presidente Bolsonaro tuvo la mayoría de las preferencias en las clases medias. Paradójicamente, estas clases medias llegaron a esa situación durante la administración de Lula. Es decir, son las beneficiarias de los programas sociales del lulismo.

Una tormenta electrica se registra en la ciudad de Sao Pablo
Murales se muetran en varios sitios de la zona Centro de la ciudasd de Sau Pablo
Personas acuden a pedir comida en un domicilio de la zona Centro de la ciudas de Sau Pablo

“Más vivos que nunca”: Bolsonaro

A diferencia de la primera gestión de Lula (2003 a 2011), Brasil tiene ahora a sus principales empresas desmanteladas, privatizadas y un contexto internacional mucho más desfavorable para el comercio. De hecho, la economía brasileña tiene previsto un crecimiento de uno por ciento para 2023.

Otro frente inmediato complicado es la relación con el Congreso, pues el Partido Liberal de Bolsonaro consiguió las mayorías parlamentarias y tiene la llave, entre otras cosas, de los presupuestos.

Quizá por eso, la temida reacción violenta de Bolsonaro no ha ocurrido.

Tras los resultados del domingo, el mandatario entró en un silencio profundo durante dos días, y este martes, cuando camioneros y algunos pocos seguidores realizaban bloqueos de carreteras, convocó a una conferencia de prensa en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia,

Mientras eso ocurría, el ministro de la Casa Civil, Ciro Nogueira, era asignado a iniciar el proceso de transición del Gobierno, que será coordinada por el vicepresidente electo, Geraldo Alckim,  y la representante del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann.

En un escueto mensaje, agradeció a los más de 58 millones que le votaron, y afirmo que “es un honor ser el líder de millones de brasileños que defienden la libertad económica, la libertad de prensa y la libertad de opinión”.

No reconoció su derrota ni mencionó a su oponente, pero declaró que «como presidente de la República y como ciudadano” seguirá cumpliendo los mandatos de la Constitución.

Aseguró también que las protestas son producto de la «indignación y sentimiento de injusticia de cómo se dio el proceso electoral”. Pero aclaró que «nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda”.

Los bloqueos de este lunes no pasaron a mayores, y solo el aeropuerto de Guarulhos reportó que una veintena de vuelos fueron cancelados.

«Nuestro sueño sigue más vivo que nunca», dijo Bolsonaro, en un mensaje que augura una guerra de baja intensidad al proyecto lulista.

“La derecha ha surgido realmente en nuestro país. Nuestra sólida representación en el Congreso demuestra la fuerza de nuestros valores: Dios, patria, familia y libertad”, agregó.

Un hombre es retratado en las calles de la zona Centro de Sao Pablo, Brasil.

*Este trabajo se realizó con el apoyo de Global Exchange, en colaboración con Península 360 Press.

Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.