En nuestra última tertuliana Duilio Rodríguez, Marina Azahua, Pedro Valtierra y Ximena Natera conversaron con Daniela Pastrana sobre el poder de las imágenes en la construcción de narrativas, sobre todo en contextos de violencia
Texto: María Ruiz
Fotos: Alexis Rojas
CIUDAD DE MÉXICO. – ¿Qué hay detrás de una gran fotografía? Hace unos meses en Pie de Página publicamos una columna en Portarrelatos sobre las imágenes del calentamiento global y cómo, al mostrar calor, medios internacionales y nacionales publicaban fotos de gente feliz en la playa, lo que generaba un efecto de tranquilidad ante la inminente crisis del cambio climático.
Una imagen inocente que no es inocente. Nuestro editor de fotografía, Duilio Rodríguez, escogió la foto para la invitación, tomada por nuestra fotógrafa Isabel Briseño, pensando en esta discusión que tuvimos hace unos meses.
Lo interesante de esa foto es que cuando estamos hablando de calentamiento global casi todos los medios utilizan una foto de la gente en gozo pero lo que está pasando es lo contrario, se está extinguiendo alguna especie y miles de personas están siendo desplazadas, el mensaje que se transmite es el contrario, por eso pusimos esa imagen ahí, las fotos son inocentes pero por cómo se reinterpretan y presentan no necesariamente las hacen inocentes”, mencionó Rodríguez.
Para responder esta pregunta, el experimentado fotógrafo Pedro Valtierra, fundador de la Agencia Fotográfica Cuartoscuro, la antorpóloga Marina Azahua, autora del libro Retrato Involuntario (una base ética para todo interesado en hacer fotografía), Ximena Natera, fotógrafa radicada en Estados Unidos que forma parte del proyecto de Pie de Página desde su inicio, y el propio Duilio Rodríguez, se sumaron a la tertuliana de febrero.
El tema de la ética estuvo presente durante toda la conversación. Marina Azahua habló sobre Retrato Involuntario, cómo narra en su libro el acto social de tomar una fotografía, lo que queda fuera del encuadre. Hacerle preguntas a fotógrafos para abrir hacia las preguntas éticas
¿De qué manera lo podemos hacer éticamente? Me aventuraría poniendo atención al hecho de que no es solamente una imagen sino un acto de representación que sucede en el mundo donde uno tiene una cámara y la otra no” compartió.
Valtierra habló del respeto y de pensar que a través de la fotografía ha intentando generar cambios en el mundo y cómo, al ser testigo de las noticias, los fotógrafos sienten, sufren.
Duilio Rodríguez agregó que cuando se retratan temas fuertes, los fotógrafos no forman parte pero sí sienten y sí les afectan. También agregó que en la fotografía no todo es el sujeto, también el contexto.
Desde el público virtual preguntaron, ¿cuándo se retrata la pobreza y cuando se explota?
Relacionado con esto, pero desde la violencia y a partir del trabajo del fotógrafo de nota roja Enrique Metinides, Azahua explicó:
“Sus fotos al mostrar a la gente mostraban empatía. La cuestión ética no se trata de si le tomas o no una foto a un muerto, se trata de cómo la tomas y qué más estás incluyendo en la foto. Hay una diferencia entre la tragedia y la explotación de las víctimas, hay una diferencia. No toda foto de un acto de violencia tiene que ser explotación, hay formas de tomar y tiene que ver con la intencionalidad, ¿la intención de la foto fue denuncia o morbo?” dijo.
Daniela Pastrana preguntó a Ximena Natera cómo mirar en el espiral de violencia que se vive en México.
La fotógrafa contestó que, ante tal responsabilidad, las herramientas han tenido que reinventarse, a estar a la altura del contexto de una emergencia nacional y que su base es que su fotografía no haga daño
La forma que he encontrado es hacer un trabajo que ayude a reformar, a partir de enfocarnos en las víctimas, en la lucha, en los perpetradores pero también en la gente alrededor.El trabajo que hacemos tiene un impacto porque ayuda a formar el entendimiento de la gente. Pocas veces nos preguntamos quién fue el fotógrafo, con qué guías se escogieron las imágenes, quien editó, hubo consentimiento? Y tenemos que cuestionar nuestra ética pero también la de la industria y de los editores” compartió.
Sobre el mismo tema, Marina Azahua recordó que los periodistas y fotoperiodistas se han obligado a cambiar sus formas de trabajo por la violencia que se vive en el país. Esto, porque son parte de la comunidad, y ahora al retratar piensan en cómo se sienten las personas, en que podrían ser sus familias.
“En México se ha formado un contexto donde existen las posibilidades muy precarizadas de que fotógrafos y periodistas construyan relaciones a largo plazo con sus comunidades. El hecho de que la guerra vino a la casa obligó a que nos ponemos a pensar que implica fotografiar estas personas que podría ser yo o mi familia otra cosa que pasa es que las personas con quienes trabajamos tienen cámaras, el hecho de que tengan cámaras y sean agentes de la representación cambia la dinámica pero al mismo tiempo hay un reconocimiento de eres un fotógrafo profesional pero la reacción comunitaria que existe es que entonces la persona retratada puede pedirle al fotógrafo de entrada la foto, en brigadas de búsqueda llega una mamá y dice tu que te las con los fotógrafos diles que nos manden nuestras fotos porque la quiero poner en Facebook, y esa escena me hizo ver que confiaba en él fotógrafo de que iba a retratar su lucha dignamente se iba a sentir orgullosa de esa foto y eso es distinto a la tradición del fotógrafo, de que manera esta guerra es distinta a otras y se ha alargado muchísimo. El contexto implica que los fotógrafos vuelven y sucede que entre ellos construyen comunidad de una manera que antes no existía, siento que antes era mayor la competitividad pero al mismo tiempo durante una cobertura se genera una comunidad temporal muy fuerte. Hay una cosa de cuidarse mutuamente, también la persona de a lado te dice cuando algo no estuvo chido o se puede hacer de otra manera” compartió.
Valtierra recordó que en su época también se trabajaba con ética y que existe una escuela mexicana muy importante en la fotografía, una mirada mexicana que es reconocida a nivel internacional. Además compartió su sentir sobre retratar la violencia en México:
Hubo alguna vez un pacto con el que se iban a prohibir las fotografías de violencia, se estuvo bombardeando a los fotógrafos, pero socialmente había esta violencia. En Guatemala, las fosas que se encuentran, se permiten fotografiar, en México no se puede. Convencen a las buscadoras de que es por respeto, ¿por qué en Guatemala y Argentina se puede? Porque la foto es una evidencia real, porque lo que se retrata se cree. Cuando el temblor del 2017 aparecieron mantas que decían por respeto a los muertos no foto, a mi me gustaría retratar un paìs distinto pero los muertos no los ponemos los fotógrafos” recordó.
Sobre estudiar fotografía, Natera puntualizó en un tema muy importante: hacer fotografía, estudiar fotografía sigue siendo un privilegio en México.
“Hay muchas instituciones en México, incluidas Cuartoscuro, pero cada vez es más difícil formarse en el edificio porque no te pagan. Los fotógrafos con diez años se desarrollan.
El tiempo ayuda pero tener un espacio de formación que va más allá de como tomar las fotos porque la parte técnica es muy sencilla pero aprender a ver, desarrollar tus puntos visuales toma tiempo, no digo que sean privados porque está el Centro de la Imagen, el CaSa, pero son 7 o 10 lugares al año… ¿saben cuantos fotógrafos buenos hay en México? ¡Muchos! Pero no todos pueden tomarse seis meses para ir a tomar clases. Creo que hay muchos esfuerzos, está Luis Antonio Rojas dando talleres en Xochimilco y Koral Carballo, con ella seis semanas es un año de estudio fotográfico. Hay espacios pero están por todos lados, la fotografía sigue no siendo accesible, el tiempo que requieres para desarrollar el oficio y las habilidades toma tiempo y no todos pueden dedicarle diez años para desarrollar el talento. Los que pueden ser fotógrafos son los que pueden pagar y eso limita la forma que contamos, quién está contando las historias personas con posiciones en privilegio y estamos perdiendo voces para definir nuestros lenguajes visuales y nuestra relación con las imágenes” recordó.
De pronto, parece que poder hacer otro periodismo implica necesariamente vivir en la pobreza, ¿cómo enfrentar los dilemas éticos en una situación tan precaria?
“Yo ahorita estoy trabajando en un periódico con muchos recursos y soy la primera fotógrafa en doce años. Eso habla de que ahora la fotografía es un lujo, antes era una fuente fundamental y ahora es un lujo, los medios no la consideran tan importante como antes, no sé qué esperar para el futuro” compartió.
Marina Azahua recordó que esa es la gran pregunta por resolver de esta generación.
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