Durante tres días, integrantes de 14 colectivos que buscan a sus desaparecidos se reunieron para generar una metodología de búsqueda en territorio, que recoge la experiencia de años de caminar laberintos judiciales, burocráticos, cerros y desiertos
Texto: Daniela Rea
Fotos: Mónica González
“Cuando empecé a buscar a mis dos hijos desaparecidos”, dijo Edith Pérez, madre de Alexis y José Arturo, desaparecidos en Tamaulipas, en el año 2012, “me perdí con ellos, me desaparecí. Hasta que encontré a otras familias y nos ayudamos a buscar. Estamos construyendo las bases para que lo que nos pasó no le pase a nadie más”.
Edith estaba en la sesión de clausura del “Encuentro de estrategias de búsqueda ciudadana”, un encuentro de familiares que, durante tres días, sistematizaron las experiencias de búsqueda de personas desaparecidas en el terreno, con la intención de mejorar sus estrategias y compartirlas con otros familiares en el resto del país.
Este encuentro, a decir de familiares y organizaciones aliadas, fue un parteaguas en la búsqueda de personas desaparecidas, pues si antes había habido encuentros de este tipo, en los que se socializaba la experiencia, eran expertos o académicos quienes impartían talleres a los familiares. Aquí se trata de familiares que sistematizaron los aprendizajes a lo largo de años en la búsqueda de sus desaparecidos, y los compartieron con compañeros de otras regiones del país.
El encuentro fue convocado por el colectivo Milynali Red CFC, y acudieron integrantes de Solecito, de Veracruz; Por amor a ellos, de Jalisco; Grupo Vida, de Torreón; Familias Unidas, de Sinaloa; Red de Desaparecidos de Tamaulipas; Colectivo Familiares Desaparecidos de Orizaba; Voz y dignidad por los nuestros; Voces unidas por la vida; FundeNL; Familiares de Acapulco en Búsqueda de nuestros desaparecidos; y Siempre Vivos.
Los ejes de la sistematización fueron: procesos de búsqueda, actividades que realizan, con qué autoridades o grupos se coordinan; ejemplos de sus logros; qué tanto influye en la búsqueda la capacidad técnica, los vínculos con otras organizaciones, la tecnología, la forma de organizarse; cuáles son los retos principales y las lecciones más importantes para compartir con otros colectivos.
Si bien hay diferencias entre las búsquedas de los colectivos, por los contextos (geográficos, políticos y de seguridad) los familiares encontraron cuatro ejes que son prioritarios para el trabajo de la búsqueda de los desaparecidos, explicó Graciela Pérez: la evaluación de riesgo de los rastreos que realizan, la exhumación de restos con rigor y profesionalismo, la identificación de los restos que han sido encontrados y la coordinación con la prensa para documentar y contar las búsquedas y su seguimiento.
“En una línea de tiempo todos nos hemos dado cuenta que estos cuatro ejes han sido fundamentales. No todos comenzamos igual, pero en distintos momentos coincidimos. Encontramos que tenemos buenas prácticas, pero también hay necesidades de profesionalizarnos para hacer mejor estas acciones”. Acciones que tendrían que hacer las autoridades: buscar, caminar, excavar, recuperar.
El encuentro fue privado, salvo una sesión al finalizar, en la que cada asistente se presentó con personas y organizaciones aliadas que han acompañado y apoyado las búsquedas.
“Empezamos a ciegas, como dios nos dio a entender, somos mamás que no nos hemos rendido y aunque yo no he tenido resultados en encontrar a mi hija, aquí seguimos”, dijo Josefina de León, de Zacatecas, que busca a su hija Cinthya, desaparecida en el 2012 en Tamaulipas.
“Esto que hicimos aquí es un precedente, porque ya no es sólo exigirle a la autoridad, es hacerlo nosotras”, dijo Guadalupe Mendiola, que busca a su hermano Daniel, desaparecido en el 2012.
“Siempre he buscado a mi hijo en Monterrey”, dijo Lourdes Huerta de FundeNL, “pero en este encuentro, al escuchar a mis compañeras, me di cuenta que quizá se lo llevaron a otro lado, quizá está en otro estado. También aprendí que en Monterrey casi no tenemos puntos de búsqueda, como en otros estados, porque la gente es apática, tenemos que sensibilizarlos”.
“Cuando escucho a mis compañeras me doy cuenta que desconozco muchas cosas que pude haber hecho por mi hijo Ariel desaparecido, yo no lo sabía, y las escucho y lo capto y lo analizo en mi cabeza y ato cabos y digo: ¡Ah!, esto no lo había hecho. Todo es aprender”, dijo Paulina Rivera, de Tamaulipas.
“Mi hijo desapareció hace seis meses, no tengo conocimiento en esto, yo estoy empezando y gracias a ustedes que tienen experiencia”, dijo Roberto Arredondo, cuyo hijo fue desaparecido en Acapulco en noviembre de 2018.
“Está muy bien el trabajo que hemos hecho, de buscarlos y encontrarlos y sacar sus cuerpos, pero no sólo se trata de eso, sino que ahora nos toca hacer presión para identificarlos”, dijo Silvia Ortiz, de Torreón Coahuila. De todos los familiares que acudieron al encuentro, ella es la que más años tiene en la búsqueda pues su hija Fanny fue desaparecida en el 2004.
“Lo más difícil en este proceso ha sido quitarle la venda a las familias, decirles que si no los buscamos nosotros, ellos, las autoridades, no lo harán, nadie lo hará. Fue doloroso quitarles esa fantasía y esperanza para hacer que empezaran a buscar, fue un momento amargo por el que no quise haber pasado”, dijo Lucy Díaz, de Solecito.
Al finalizar, las familias hicieron un círculo y tomaron un papel de una caja de cartón. Ahí, al inicio del encuentro, habían escrito sus deseos para cuando éste concluyera, una especie de promesas para ellos mismos y para sus hijos.
“Deseo que podamos hacer estudios genéticos a todo lo encontrado”.
“Deseo que compartir nuestra experiencia acelere el proceso para encontrarlos”.
“Deseo que podamos realizar búsquedas en campo con más eficacia, recordando que cada cuerpo son personas y deben ser tratados con dignidad”.
“Deseo unirnos y capacitarnos para ser peritos”.
“Deseo que logremos que cada estado del país muestre las prendas de vestir y los objetos encontrados en las fosas, un gran catálogo nacional para identificarlos”.
“Deseo que nos vayamos fortalecidos”.
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