5 diciembre, 2019
Silvia Chocarro, oficial de protección de Artículo 19 internacional, estuvo en México el mes pasado como parte de una inédita misión de organizaciones internacionales de libertad de expresión para visibilizar la impunidad en los ataques a periodistas. Fue «linchada» en redes sociales tras su participación en la conferencia presidencial. En entrevista con Pie de Página reflexiona sobre los retos para construir audiencias críticas
Texto: Daniela Pastrana
Foto: Duilio RodrÍguez
Silvia Chocarro vivió y trabajó en México cuando este era un país: con el bono democrático de la primera alternancia política en 80 años, el zapatismo en ebullición, y un prometedor futuro para el periodismo independiente.
Había hecho un máster en periodismo internacional y cubrió para una agencia internacional los primeros años del gobierno de Vicente Fox.
No había vuelto desde entonces. Durante ese tiempo, ella trabajó como consultora para la Unesco, donde construyó los lineamientos del plan de acción de la ONU para la libertad de expresión y trabajó intensamente en el concepto de la alfabetización mediática: su tesis de doctorado es sobre el rol de las Naciones Unidas en la protección a periodistas entre 1945 y 2015.
Hace un mes volvió a México como parte de una inédita misión de organizaciones internacionales de defensa de libertad de expresión que busca visibilizar la impunidad en los ataques a periodistas.
La diferencia entre los 18 años que estuvo ausente son más de 120 periodistas asesinados, 25 desaparecidos y varias decenas desplazados. Instituciones derruidas y una sociedad civil debilitada y una ciudadanía poco informada que usa las redes sociales para manifestar indignación y hartazgo, pero no para cimentar ni construir democracia.
Ella misma fue víctima de un linchamiento mediático después de su participación en la conferencia presidencial, donde pidió a Andrés Manuel López Obrador un compromiso concreto sobre un punto que está establecido en uno de los resolutivos de la ONU que México firmó y se comprometió a asumir: no usar en ningún caso, un lenguaje que pueda estigmatizar a la prensa.
En una larga conversación con Pie de Página, habla de la necesidad de que la gente entienda cuál es el rol de los periodistas para el desarrollo de una sociedad.
“Lo que pasa en Twitter no es un ejemplo de la sociedad en qué vivimos, es un reflejo de las personas que están en Twitter, pero eso no significa que eso sea lo que toda la gente piense”, dice, a modo de evaluación de su propia experiencia.
“En Twitter, hay personas reales, probablemente muchas, pero también hay muchos perfiles falsos que reproducen mensajes que tienen interés de que este debate se dé de una manera o de otra. No podemos pensar que lo que pasa en Twitter es lo que pasa en la sociedad, porque entonces no estaremos abordando el problema de la manera más adecuada. Hay que mirarlo, pero es un reflejo de una parte, nada más.
— ¿Qué podemos aprender de esto?
— A veces pensamos que las redes sociales son una cosa que lleva toda la vida pero son una cosa muy reciente. Es algo que nos pilló a todos por sorpresa y no sabemos lo que ocurre allí ni usarlo de la menor manera. Nos queda un tiempo de aprendizaje de las redes sociales. No hemos sabido adaptarnos y han tenido un impacto tan fuerte y que va tan rápido que no tenemos la capacidad de reflexionar. Pero hay muchas generaciones que no están en Twitter, porque ni siquiera pueden conectarse a Internet. Creo que poco a poco la gente va tomar más consciencia de lo que es Internet, las redes, y eso. Y vamos a ir aprendiendo.
En 2012, la ONU aprobó un plan de acción de la ONU para la seguridad de los periodistas, que busca poner el tema de la impunidad en los ataques en la agenda de la comunidad internacional. La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) lideró el proceso, porque es la agencia de la ONU que tiene como misión promover la libertad de expresión. Como consultora, Chocarro participó activamente en la elaboración de los lineamientos.
“Se puso en marcha porque claramente se veía que había un incremento de ataques hacia periodistas, asesinatos, según los datos que recoge la Unesco y otras organizaciones, y se identificó que uno de los principales retos era la impunidad, porque más del 90 por ciento de los ataques no se resuelven”, dice.
“El plan se aprobó después de un proceso de más de un año de consultas con los estados miembros de la Unesco (193 después de que Estados Unidos e Israel se salieron), con la sociedad civil y sindicatos de periodistas. En ese sentido, fue un proceso de consulta participativo, aunque uno de los retos de los procesos globales es que, como llevan a estándares universales, a lo mejor ya no reflejan la especificidad de diferentes contextos culturales o sociales”.
El plan tiene un enfoque preventivo, pasa por crear un entorno favorable al ejercicio libre y seguro de la profesión periodística y tiene que ver con la parte legislativa, de protección, fiscalías especializadas, la creación de mecanismos de protección, pero sobre todo, el combate a la impunidad.
Después de siete años, Chocarro piensa que el plan sí ha tenido influencia en la agenda internacional. Lo plantea así: antes de 2012 sólo existían dos resolutivos de la ONU sobre el tema (una de Unesco y otra del Consejo de Seguridad). Y de 2012 hasta hoy hay 10, y en diciembre se aprueba otra.
“Ya casi está todo dicho allí. Se podrían pedir algunas cosas más, pero si esas resoluciones se implementaran, la realidad de la violencia contra periodistas sería radicalmente diferente”, concluye.
— A estas resoluciones es a las que hacías referencia cuando asistieron a la conferencia con el presidente … México ya las firmó, supongo
— Sí,la última resolución del Consejo de Derechos Humanos del año pasado parte de que los Estados reconocieron que sí había una mayor estigmatización de los periodistas y del periodismo en varios lugares del mundo. El caso más claro es (el presidente de Estados Unidos) Donald Trump. Los países decidieron que sí, que había una necesidad de poner un párrafo que se enfocara en este tema y que pida a los líderes políticos y a las autoridades públicas que no denigren al periodismo ni a los periodistas, porque los pone en riesgo y genera amenazas contra ellos.
Todas las resoluciones de Naciones Unidas sobre la protección a periodistas se han aprobado por consenso. Todos los países que forman parte de Naciones Unidas se han comprometido a implementar lo que esos textos dicen. Adicional a eso, los Estados tienen la voluntad para copatrocinarlas, es decir, que tu país se compromete de manera especial… México ha copatrocinado todas.
— ¿Quién lo aceptó por parte del Estado mexicano?
— Quienes físicamente están allí normalmente son los embajadores de naciones unidas. Todos los países tienen embajadores de Naciones Unidas. Pero ellos no toman decisiones de manera unilateral, siempre siguen las decisiones de sus gobiernos. Desde Artículo 19, intentamos explicarles nuestra posición, decimos nosotros creemos que se debe ponderar esto, ellos consultan con el gobierno.
— El asunto es que si te comprometes a algo lo cumples. Qué pasa: lo que se acuerda en estos sitios, a veces no llega aquí. Y entonces, igual probablemente la mayoría de la gente aquí, incluso de sociedad civil o periodistas no saben que México se ha comprometido a una serie de cosas. No hay periodistas cubriendo esto en Naciones Unidas. Hay que hacer un ejercicio fuerte para que esta información llegue a quien tiene que llegar en los países, para que puedan utilizar, puedan tener el conocimiento de cuáles son los acuerdos de su gobierno en la protección de periodistas.
Para que esos lineamientos que pueden ser muy técnicos, lleguen a la gente, es fundamentalel trabajo de la sociedad civil y asociaciones de periodistas en los países, dice. “Algunas organizaciones que sí seguimos muy de cerca el debate de Naciones Unidas podemos apoyar a que se conozca mejor, asegurarnos de que aquello que los gobiernos se comprometen en altas esferas no quede allí, que no digan me regreso a casa y hago lo que quiera”.
— ¿Cómo se definió esta misión? ¿Qué se consiguió, qué faltó?
— Tuvimos conversaciones con periodistas, con sociedad civil, con varios representantes del Estado. Como México iba a acoger el Día Mundial para acabar con la Impunidad de Crímenes contra Periodistas (que se celebra el 2 de noviembre, a istancias de la Unesco), se pidió que se centrara en el tema de protección e impunidad. No era una misión abierta en temas de libertad de expresión, sino que era enfocada a la protección y a la impunidad. Y creo que sí hubo cierta apertura de determinadas instancias al diálogo y que se pudieran llegar a algunos acuerdos concretos que están en el comunicado que emitimos, pero no todas. Se pidió, por ejemplo, una reunión con el fiscal general, pero no nos dio y sí que nos parecía que el tema de la impunidad es uno de los temas fundamentales, porque el mensaje que hay es que se puede matar periodistas y eso no tiene consecuencias.
Ahora, entendemos que la impunidad viene de años, no viene de ayer, que es una herencia de anteriores gobiernos. Le dijimos al presidente en la mañanera: nosotros sabemos que esta situación es heredada, pero también creemos que a usted le quedan cinco años, que su gobierno tiene la oportunidad de hacer algo diferente y demostrar que si podemos empezar ese camino de empezar a reducir la impunidad. Sabemos que la impunidad no va a acabar mañana, son procesos muy complejos. Pero lo que pedimos es un compromiso de empezar a resolver la impunidad en un 2 por ciento al año. Eso podría resolver tres casos al año, y si bien es un porcentaje pequeño de todo, eso mandaría un mensaje a los periodistas que están en peligro en todo México y en los estados, y a todos aquellos que atacan a periodistas, y ese acuerdo no se nos ha dado por parte de nadie, y eso hubiera sido importante.
— Al final queda la percepción de que todo se concentró en el tema de las expresiones del presidente
— La misión somos 17 organizaciones internacionales, que antes de ir a la mañanera nos reunimos con periodistas y organizaciones mexicanas y te puedo decir que un 80 por ciento de ellos habló del tema de la estigmatización presidencial como uno de los principales problemas que enfrentan. Muchos de los estados decían que autoridades estatales están utilizando un lenguaje que los pone en mayor peligro; que les preocupa que el lenguaje del presidente podría influir en autoridades locales, que si debía tener el presidente un mayor cuidado en el lenguaje, ser consciente que ese lenguaje estaba teniendo consecuencias. Sobre todo por el efecto cascada, un alcalde va a sentirse con más posibilidades de estigmatizar a periodistas, y que en esa localidad ese lenguaje tiene mucho más impacto.
Que un alcalde diga cualquier cosa a un periodista en México si lo pone en riesgo, por eso quisimos hacerle esta pregunta al presidente, por el efecto cascada, que cuidara, que sí podía comprometerse a utilizar un lenguaje que no estigmatice. Se trataba de decir: sí me comprometo, y por eso la insistencia en que su respuesta fuera sí o no… pienso que tal vez no fue la mejor formulación, pero lo que buscábamos era que pudiéramos decirle: usted se comprometió a esto.
La conversación nos lleva a un tema que Silvia conoce bien: la alfabetización mediática. Un concepto que puede resumirse así: dotar a la ciudadanía de conocimientos sobre cómo funciona el universo mediático para que pueda generarse una audiencia crítica.
No es un concepto nuevo, dice Chocarro. El tema surgió hace décadas, pero “quedó olvidado en un cajón” y ahora que “llegó la época de la desinformación y los fake news, todo mundo empezó a preguntarse qué hacemos y cómo lo enfrentamos”.
Cuenta que cuando estaba haciendo su tesis doctoral encontró un debate que hubo en Naciones Unidas en el 1950 porque había medios que publicaban noticias falsas.
“Ahora resurge este tema, sobre todo el tema de las redes sociales, se multiplica por mil millones y vemos que tiene un impacto muy fuerte en la sociedad. Entonces vuelve a resurgir esto de la alfabetización mediática, porque es necesario que la ciudadanía entienda que es la comunicación. Cuáles son las fuentes, cómo diferencias una cosa de otra, porque ahorita el bombardeo de información es muy fuerte, hay mucho ruido. Pero aunque todos los estados lo saben no todos se comprometen”, dice Chocarro.
“Creo que las nuevas generaciones no pueden crecer sin saber qué es lo que esto significa y que va sobre temas amplísimos: periodismo, libertad de expresión, acceso a la información, medios, privacidad. ¿Qué pasa cuando estamos registrándonos en las redes sociales? ¿A quiénes les estamos dando nuestros datos? Las personas tienen que saber las consecuencias de su participación en las redes sociales y tomar decisiones informadas sobre eso.
— En la escuela de periodismo cívico en EU y otras corrientes se plantea justamente que tienes que generar audiencias críticas. ¿Por dónde empezamos? Tú eres defensora de que esto sea una asignatura en las escuelas…
—La alfabetización se puede dar con talleres de vecinos, en escuelas populares, de muchas maneras. Yo defiendo que sea un currículum desde la educación formal porque es una manera de asegurarse que cualquier persona va a reflexionar sobre esto.
Se pueden empezar desde distintos frentes, pero un medio que no es independiente no se va a meter en esas cosas, a lo mejor tendrá que ser la sociedad la que exija a los medios que cambien. El asunto es que se abra el debate y que esta información llegue a la mayoría de la gente. Alfabetización mediática no es el concepto que más me gusta, porque refiere a cómo enseñarte a ti cómo pensar: ‘yo te voy a decir cómo son los medios y tú tienes que aprender’, y no es eso, sino la posibilidad de crear audiencias críticas. Pero para eso se necesita que la gente sepa cómo funcionan los medios, cómo funciona la publicidad, qué significa el periodismo independiente.
—¿Cómo unimos esto con la protección a los periodistas?
— Yo le propuse a la Universidad de Sheffield, que está en Gran Bretaña, hacer una investigación de la relación entre la alfabetización mediática y la protección a periodistas, porque cuando matan a un periodista no hay una consciencia social de proteger lo que el periodista está haciendo. Creo que si hubiera mayor reflexión en la sociedad, un debate sobre lo que son los medios, el rol que juega la información en la vida de la sociedad, esto podría también promover la seguridad de los periodistas. Ahora, la situación en México es especial, porque uno de los países más peligros del mundo para ser periodistas. No quiero que suene frívolo, pero en general diría que hay que empezar a tener el foco en la prevención, para que estos ataques no se produzcan y no haya que proteger a nadie.
Para eso es fundamental que la gente entienda que son los medios, que los medios sean independientes, que cumplan su rol social, porque esto de la impunidad es un círculo, todo está interconectado. Hay que proteger a quien está siendo atacado, esa es la urgencia, pero también hay que estar seguros de que trabajamos desde la perspectiva holística, desde la prevención, porque eso va a generar un cambio a la democracia. Y volvemos a la alfabetización mediática de los niños: si hay un debate en las escuelas, desde cómo funcionan las redes, qué consecuencias tiene, a mediano plazo, esa realidad falsa que nos está llegando, sabrán discenir y podrán identificar y desechar lo que nos hace daño.
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