En momentos de retos para los sistemas educativos, los gobiernos locales buscan cómo contener las brechas de inequidad y desigualdad que esta pandemia ha profundizado. El espejo se vuelve un instrumento de análisis y de crítica, pero también una oportunidad para construir una nueva realidad educativa
Por Patricia Vázquez del Mercado* / @patvazher / @muxed_mx
Desde el pasado mes de marzo, ante una crisis global sanitaria, concretamente para el contexto educativo mexicano se han puesto en marcha acciones que van desde la suspensión del ciclo escolar hasta el diseño de estrategias remediales por el distanciamiento social a través de medios como la televisión, la radio, el Internet, materiales impresos e incluso el perifoneo.
Si bien, el mundo entero presentaba ya retos importantes en brechas de aprendizajes esenciales y en desigualdades, el Coronavirus o COVID-19 develó con mucha mayor profundidad las fracturas de los sistemas educativos. Conversar, reflexionar y profundizar sobre las preocupaciones, decisiones y recomendaciones en y para las agendas educativas locales se ha vuelto una prioridad.
Las autoridades educativas de las entidades federativas en México asumen una responsabilidad compartida pero con un interacción más directa con docentes, familias y estudiantes. Durante esta crisis sanitaria, 250 mil escuelas cerraron y con ello trastocaron la actividad escolar de 35 millones de estudiantes y casi 2 millones de docentes. Las escuelas cesaron su actividad por una enfermedad que acecha a todas y cada una de las comunidades educativas.
Es en lo local donde se vive y se siente la cotidianidad de las escuelas, las presiones, las urgencias. Coincidencias entre las voces de Chiapas, Guanajuato, Oaxaca, Quintana Roo, Yucatán y Zacatecas que se concentraron en los Diálogos Educativos de MUxED al reconocer que este es un momento único para la educación del mundo y que sorprendió a todos, de manera inesperada, con un llamado a reaccionar de manera urgente. Se privilegió la seguridad y el bienestar de las personas pero sin la claridad de un tiempo determinado de regreso al aula. Incertidumbre, corto plazismo y desinformación acompañaron desde un inicio la toma de decisiones. Muchas más preguntas que respuestas fueron el motor de los trayectos a tomar, acompañados de un temor social compartido.
Escuelas alejadas, rurales, en extrema marginación, poblaciones educativas indígenas, afromexicanas, con discapacidades, con deudas históricas más lejos que de costumbre en la toma de decisiones. Recursos no asignados para las emergencias, cambios en políticas de salud, falta de acceso a las tecnologías y conectividad, docentes con nulas, pocas o escasas habilidades digitales y preocupados por el aislamiento físico, pero ocupados del acercamiento social con sus alumnos fueron y han sido las constantes en lo local. Una catástrofe que evidenció las fracturas de esa normalidad en temas como equidad, inclusión y calidad pero que apuntalan el diseño de una nueva normalidad.
Este lado del espejo, deja ver imágenes con ausencias. Tensiones por problemas de conectividad y brechas digitales, la réplica de las actividades presenciales en formatos en línea, contenidos poco amables para plataformas virtuales, inmensa disponibilidad, aplicaciones y páginas sin orientaciones pedagógicas específicas y crisis socio-emocionales en la comunidad educativa forman parte de esa imagen.
Sin embargo, hay una oportunidad por cambiar los rostros de ese mismo espejo que privilegie hacia adelante clarificaciones y oportunidades acompañadas de propuestas desde las innovaciones docentes. La urgencia por reflexionar sobre temas como: las nuevas relaciones que se requieren construir con las familias, la necesidad de visibilizar las voces de las niñas, niños y jóvenes –como una generación histórica–, los nuevos roles y las necesarias actualizaciones de docentes y cuerpos directivos –más y más capacidades docentes–, los contenidos curriculares –que requieren de una revisión profunda que los aligere y ponga énfasis en competencias para la vida–, las estrategias diferenciadas para los diferentes niveles y modalidades.
Docentes, que con sus propios recursos diseñaron estrategias de acercamiento físico o de acompañamiento virtual, una sociedad civil cuyas aportaciones reconocen los docentes, la disposición general para sumar esfuerzos y para promover reflexiones o acercar opciones educativas, empresas de tecnologías que aportaron recursos para una mejor y mayor interacción en actividades de formación, actualización y comunicación.
Las agendas locales requieren de un diálogo global. La Alianza Global para la Educación en Línea (GOLA) en sus reportes posteriores a la conversaciones con representantes de 87 países que se han llevado a cabo en los últimos meses, dejan algunas preguntas para la reflexión local.
Una pandemia no puede dejar atrás a las y los actores que sostienen a los sistemas educativos. Fue y es visible que las escuelas para la población siguen siendo un espacio de construcción social colectiva. La no presencialidad que hoy prevalece en la enseñanza y el aprendizaje a distancia no debiera profundizar inequidades y desigualdades. Las autoridades educativas locales, en su mayoría, hacen visible sus preocupaciones y ocupaciones para priorizar en la agenda políticas de equidad e inclusión, reconocer las vulnerabilidades de los sistemas y diseñar programas que apuntalen y den más fuerza a las instituciones educativas.
ACÁ LA IMAGEN:
CRÉDITO DE LA FOTO: ©️ Pablo Picasso, 1932 / HA! http://historia-arte.com
El COVID-19 mostró que la resiliencia de lo local se acentúa en tiempos de crisis. El tiempo cambió, la escuela como espacio físico de aprendizaje hoy comparte funciones y responsabilidades con hogares en distintas y variadas condiciones, el aprendizaje remoto se convierte hoy –quizás– en una línea de vida. Hay un urgente llamado local para que la agenda educativa construya alianzas más fuertes y consolidadas con el sector salud, el de telecomunicaciones y el económico. En tiempos volatiles, impredecibles, complejos y ambiguos, habrá que mirar con mayor profundidad las decisiones locales que intentarán dar respuesta a una nueva normalidad o adaptabilidad de los sistemas educativos globales.
*La autora es integrante de MUxED y pedagoga (UP), con diversos estudios de posgrado (CIDE y FLACSO). Fue consejera de la Junta de Gobierno del INEE y Secretaria de Educación de Puebla. Ha trabajado para organismos internacionales y agencias multilaterales por más de 15 años. Es embajadora del juego de Fundación Lego, consultora educativa independiente y Directora de Cooperación Internacional de Radix Education.
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