16 junio, 2019
¿Cómo es que, en medio del dolor y el sufrimiento, las personas esclavizadas tuvieron ánimo para cantar y bailar? La respuesta es contundente: gracias a la expresión viva de sus cantos y su música, lograron resistir
Somos un planeta de éxodos: migra la mariposa monarca de Canadá a las Costas de California y, de ahí, al centro de México para pasar el invierno en los templados bosques de oyamel. Lo mismo hace la ballena azul desde Alaska, pasando por Canadá hacia el norte de Estados Unidos y, de ahí, a Baja California.
Desde el inicio de la vida en la tierra, los seres vivos -humanos y de otras especies- han atravesado tierra, mares y continentes. Hay movimientos transoceánicos, desplazamiento interno en un mismo territorio -lo que pasa ahora mismo en México- y migraciones continentales.
Naciones Unidas afirma que estamos ante la mayor migración internacional de todos los tiempos: más de 260 millones de personas viven fuera de su lugar de origen. Parece un lugar común, pero es real: cuando migramos, nos llevamos un pedacito de nuestra tierra, de nuestros recuerdos y la esperanza de encontrar una vida mejor.
Alguna vez en una entrevista, una mujer afrodescendiente de la Costa Chica de Guerrero me dijo: “Desde la Conquista, nos trajeron como esclavos y aunque somos parte de este país, intentaron arrancar nuestra raíz, hicieron todo por borrarnos del mapa, se empeñaron en hacernos invisibles, ¿y sabes qué?, no lo lograron, aquí estamos, más vivos que nunca”.
Durante casi cuatro siglos -del periodo de 1492 a 1888- los países colonizadores trajeron a cerca de 25 millones de personas provenientes de África. Debido a su condición, no se les permitía llevar nada, sin embargo, trajeron consigo algo que nadie les podía quitar: su lengua, sus costumbres culinarias, su medicina tradicional, sus bailes y, por supuesto: su música.
¿Cómo es que, en medio del dolor y el sufrimiento, las personas esclavizadas tuvieron ánimo para cantar y bailar? La respuesta es contundente: gracias a la expresión viva de sus cantos y su música, lograron resistir.
Provenientes de distintas regiones del continente africano, con orígenes e idiomas diversos, estos seres humanos crearon un universo compartido a partir del baile, el canto y la música. Fue una forma de resistencia ante la negación de su condición humana.
Parte de este legado ha llevado a la exploración musical de las culturas africanas asentadas desde hace siglos en la región. Una de ellas es la presencia del canto, el baile y las historias de las mujeres garífunas: un legado presente en Belice, Honduras, Guatemala, El Salvador y… aunque usted no los crea en ¡Estados Unidos!
¿Qué es lo garífuna? Es una palabra que se refiere a la fusión de las culturas afrodescendientes provenientes de África, las culturas originarias asentadas en esta zona y a las raíces hispana, anglo y francófona.
Así como la cultura maya ha trascendido siglos y fronteras, los garífuna también han traspasado los Estados-Nación con una cultura propia. Es también reconocida por ser una cultura en resistencia, en la que el papel de las mujeres ha sido notable.
Luego años de investigación musical y varios intentos por concretar una propuesta que diera cuenta de este legado, en 2008 se lanza el álbum: Umalali: The Garifuna Women´s Project.
Durante 10 años, Iván Durán -productor musical- viajó a Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua para grabar lo más representativo del canto garífuna: un lugar conocido como San Vicente, en el siglo XVII. En esta región se habla lengua: igñeri, una mezcla de inglés, francés, castellano y la influencia de lenguas africanas del sur de Nigeria.
La cultura garífuna es ampliamente reconocida en la zona por sus hermosos y energéticos bailes, su música y su gastronomía: una delicia culinaria basada en leche de coco, pescado, plátano frito y el infaltable pan de yuca.
Umalali cuenta la historia viva de las mujeres garífuna. Se trata de 12 temas grabados en directo, la mayoría de ellas no se dedicaban profesionalmente a la música, sin embargo, formaban parte central de sus comunidades: una tradición viva de canto, baile e historias que habían pasado de generación en generación, pero que hasta entonces sólo eran conocidas en la región.
Luego de varios intentos, Iván logró instalar estudios con techo de paja en los lugares que visitaba con la intención de animarles a interpretar lo más representativo de su región. En este punto también pudo convencer a las mujeres de dejar a un lado -aunque fuera por unas horas- sus múltiples ocupaciones, para dedicarse por completo al canto y al baile.
Umalali: The Garifuna Women´s Project cuenta historias ancestrales y recientes; como la de aquellas mujeres que han perdido a sus hijos a causa de la violencia en la región, o los huracanes que han arrasado pueblos enteros… Esta producción musical también da cuenta de los hermosos cantos dedicados a la maternidad y por supuesto: la música de fiesta, contento y celebración. La voz de mujeres garífunas de 20 a 86 años que decidieron compartir su talento con músicos de otras regiones.
Este proyecto transfronterizo fue posible gracias a la colaboración de artistas, productores y músicos de varios países con la intención de preservar el legado de la cultura garífuna, en especial del aporte de las mujeres.
Una música que trasciende fronteras, una cultura viva que ha sobrevivido a los siglos y a la división política de los Estados-nación, y ciertamente, una cultura que sigue en movimiento… Seguramente parte de las migraciones presentes en México, tienen parte de su legado, sólo es cuestión de abrir los ojos a la presente humanidad del otro.
Guionista, reportera, radialista. Cubre temas culturales, sexualidad, salud, género y memoria histórica. En sus ratos libres explora el mundo gastronómico y literario. Cofundadora de Periodistas de a Pie.
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