8 julio, 2022
El presidente López Obrador ha dejado de lado la formación política del pueblo, dice el Obispo emérito. Frente a la jornada de oración por la paz que ha convocado para este domingo la Conferencia Episcopal, Vera advierte que no basta con mandar un mensaje de oración; hay que formar políticamente a las bases eclesiales
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: e Isabel Briseño/Archivo
CIUDAD DE MÉXICO. – El asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la sierra tarahumara conmocionó al país. Los curas, junto con un guía de turistas, fueron asesinados El Chueco, un capo local que tiene una orden de aprehensión desde el 2018.
Al día siguiente, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que que no habrá impunidad. Pero este asesinato es, para muchos, un parteaguas, porque rebasó todos los límites de los propios grupos criminales. Las críticas hacia la estrategia de seguridad del gobierno federal no sólo llegaron de la oposición. Obispos, sacerdotes, organizaciones de derechos humanos y académicos se sumaron al reclamo. Mientras que el presidente respondió a la defensiva:
¿Por qué no actuaron con Calderón de esa manera? ¿Por qué callaron cuando se ordenaron las masacres, cuando se puso en práctica el mátalos en caliente? ¿Por qué esa hipocresía?”.
Algunos días después, un comando armado atacaría a un sacerdote en el estado de Michoacán. Lo golpearon mientras conducía su automóvil en el municipio de Queréndaro.
En Chiapas, se giró una orden de aprehensión contra el padre Marcelo Pérez; quien ha sido mediador de conflictos en regiones donde se tiene identificada la presencia de grupos paramilitares.
La iglesia católica agudizó sus críticas. Y un par de días después, la Conferencia Episcopal de México, uno de sus máximos órganos de discusión, emitió una convocatoria para que creyentes y sacerdotes de todo el país realicen una jornada de oración por la paz que iniciará el próximo 10 de julio.
El documento fue emitido en conjunto con la conferencia de superiores mayores de México y la provincia mexicana de la compañía de Jesús.
La jornada contempla realizar misas en memoria de los sacerdotes, religiosos y religiosas asesinados. También harán oraciones en espacios significativos donde han ocurrido hechos violentos y una eucaristía dedicada a los victimarios, para pedir por “la conversión de sus corazones”.
“Los asesinatos y desapariciones que diariamente se cometen en el país son un llamado de Dios a unirnos para pedir por la paz. La sangre derramada de estos hermanos y hermanas es la sangre de Jesús que cae a la tierra para hacerla fértil y emprender un camino por la paz”, dice el comunicado.
El presidente López Obrador, por su parte, aplaudió esta convocatoria. También hizo un llamado a que estos actores se sumen a la construcción de la paz en México.
En respuesta al reclamo del presidente, el obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera López, repasa, en entrevista con Pie de Página, los momentos en los que la iglesia ha jugado un papel importante en la defensa de derechos humanos desde 2010.
En abril de 2010 la Conferencia del episcopado mexicano emitió un exhorto sobre la misión de la Iglesia en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo de México. Este documento sentaba las bases de las acciones que sacerdotes y feligreses debían impulsar para alcanzar la paz en el país. Raúl Vera participó en esta discusión.
“El documento que sacó la conferencia es un documento muy completo. Hablan, con toda seriedad, de las causas de la situación que en ese momento vivíamos. Desde la iluminación del evangelio, y desde la responsabilidad que tenemos como pastores, hicieron un análisis muy serio de dónde tendríamos que estar interviniendo. Desgraciadamente no concluyó como debería haber concluido: con una organización de la conferencia para enfrentar la violencia”, dice Raúl Vera.
El exhorto presentaba un análisis complejo del entramado de violencia y criminalidad que atravesaban los territorios a partir de la militarización y la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón. También señalaron la complicidad de los poderes económicos para beneficiare de la guerra.
“Hay muchas personas tienen la convicción de que el crimen organizado, para extender el alcance de su influencia, ha corrompido personas y grupos de la sociedad, lo mismo que a grandes y pequeñas empresas. Para neutralizar la intervención de la autoridad, evitándola, anticipándose a ella, o distrayéndola, han corrompido también a servidores públicos, se han infiltrado en la estructura de los distintos niveles de gobierno, de procuración de justicia y del sistema judicial, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad nacional y la democracia y, por lo tanto, en un abierto desafío al Estado”, dice una parte del documento.
Sin embargo, reconoce, que “con todo y que ese documento era muy bueno, y que es muy buen documento hasta el día de hoy, realmente nuestro papel como iglesia fue muy desorganizado”.
Para el obispo emérito de Saltillo, reconocer la historia de la violencia que vive el país es un ejercicio necesario para identificar las acciones que la iglesia puede tomar para la construcción de la paz.
“Esta situación violenta no es una novedad. Es una situación que estamos viviendo cuando el señor Calderón hace esta guerra, que era una finta; porque era la aplicación del Plan Mérida de Estados Unidos para ir a la militarización del país. No era ninguna lucha contra el narcotráfico, porque los cárteles siguieron multiplicándose. Las muertes siguieron multiplicándose”.
Obispo Raúl Vera
Estas condiciones, agrega, orillaron a la Conferencia Episcopal a discutir cómo afrontar estos problemas desde la iglesia. No obstante, Vera lamenta que la actual convocatoria de la episcopal parece no tener memoria de esto.
Con todo lo que hemos reflexionado en ese documento tenemos ahí material para seguir iluminando, pero no; no nos vamos a quedar ahí, aunque enriquecer eso valdría la pena. Pero no nos podemos quedar nada más en eso, o en tres domingos que rezamos. Eso no es la solución para el país».
Obispo Raúl Vera
La tarea que el obispo propone no es menor. En un país donde existen más de 97 millones de católicos – casi el 80 por ciento de la población total – el papel de la iglesia en la construcción de otros horizontes es fundamental.
Pero esta labor no es simple, pues la iglesia no es homogénea. Heredera de la colonia, su estructura siempre se ha identificado más con las élites que con los pobres.
Hay excepciones como Samuel Ruiz o Sergio Méndez Arceo, o el propio Vera. Pero, en la misma institución, personajes tan oscuros como Marcial Maciel, Onésimo Zepeda, Norberto Rivera o Arturo Vélez, revelan una cúpula eclesial permanentemente más cerca al poder.
En 2016, durante su visita a México, el papa Francisco marcó una distancia con las élites religiosas. Durante sus homilías, el líder del catolicismo criticó duramente el papel pasivo que estaba jugando la iglesia frente a la violencia que arrecia en el país.
“La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los «carros y caballos» de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la «columna de fuego» que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor”, dijo Francisco a los obispos en la catedral mexicana.
Aunque el papa omitió hablar sobre los casos de pederastia que ocurrieron bajo los Legionarios de Cristo; sí denunció la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico.
También se pronunció por los migrantes que a diario cruzan la frontera, buscando mejores condiciones de vida. Lo mismo hizo por el respeto a los pueblos indígenas y a los pobres.
“El predicalismo nos hace ver un espejismo de que somos superiores a la gente porque tenemos esas facultades y cuando llegamos a ser sacerdotes, pues estamos así, olvidamos que todos tenemos la misma dignidad y todos debemos trabajar”, dice Vera, a modo de autocrítica.
El papa nos ha dicho que todas estas cosas deben ser atendidas, pero necesitamos generar estructuras eclesiales para eso”.
Raúl Vera
Para él, el predicamento del papa estriba en romper con las jerarquías que han provocado el distanciamiento de la iglesia con el pueblo.
“Desde el poder nosotros vemos que es normal que haya distintos niveles en la sociedad porque en la Iglesia también tenemos eso. Estamos los sacerdotes; los arzobispos; los cardenales, pero eso está mal, eso tiene que desaparecer y el papa esta haciendo un esfuerzo para que salgamos de eso, de que toda la Iglesia entienda que todos tenemos la misma dignidad”.
Esta ruptura con la jerarquía tradicional, dice Vera, permitirá que la iglesia se concentre en las labores importantes para lograr la paz, pero, sobre todo, para revertir las condiciones que han llevado al país en la “crisis humanitaria que padecemos”.
CEsto no solo lo tenemos que hacer en la iglesia. También lo tiene que hacer el gobierno de López Obrador”, dice el Obispo emérito.
Desde su perspectiva, el presidente “ha dejado de lado la formación y eso hace que sus buenas intenciones se vean obstaculizadas por otros actores políticos que no se han purificado, limpiado. Hay que atender eso, formar al pueblo”.
Raúl Vera insiste: el gobierno de López Obrador ha dejado a un lado la formación política del pueblo.
“López Obrador quiso cambiar; como no. Él entró, ofreció que iba a acabar con la corrupción, que iba a hacer mucho mejor el papel. Pero bueno, a ver, estás ofreciendo muchísimas cosas y no te vas a encontrar con los actores políticos que necesitas para hacer una transformación en donde se acaba la corrupción, que se acabe todo este desorden que se dejó con la complicidad de los gobiernos anteriores. Es necesario formar a la gente que se va a encargar de eso”, dice Raúl Vera.
Pone de ejemplo lo que ocurrió en Brasil con el impeachment a Dilma Rousef. “Ese proceso, lo que pasó en Brasil, nos lo dice claro, si dejamos un terreno vacío, si no hay formación política, la derecha se impondrá otra vez. Ahí está el error”.
Y añade que “el fenómeno que se está dando en este momento pues es el de los amarres que están haciendo los enemigos de Obrador; y todo eso se les facilita por esta falta de prevención. O como lo dice en Buenaventura de Souza: de formación política”.
Para él, las mismas tareas del gobierno de López Obrador son la que se tienen que hacer dentro de la iglesia. Esto, comenta, “pondrá un fin al saqueo del país”.
“Tenemos que trabajar sobre esto, con la formación política. Trabajar para que estos desbalances que hay en la sociedad desaparezcan , pero no, si nosotros somos parte de ese desbalance, porque somos clérigos, ¿qué podemos hacer? ¿Superar esa mentalidad y formar a las bases eclesiales. Eso también tiene que hacer López Obrador con el pueblo”.
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