Los científicos temen que las fiestas navideños produzcan una aceleración vertiginosa del contagio y desencadenen “la tercera ola” epidémica. Especialistas no logran descifrar las variantes de la letalidad
Texto: Cynthia Rodríguez
Fotos: MIkita Yo / Unsplash
MILÁN, ITALIA.- Los últimos días ha habido una niebla espesa… pesante. El sol apenas y se asoma y la Luna ya se observa desde las 4 de la tarde. De un día para otro, la temperatura bajó de 16 a 7 grados y todo mundo sacó bufandas, gorros y guantes para evadir la humedad que, especialmente en esta ciudad, siempre logra meterse hasta los huesos.
La Navidad es inminente, aunque gran parte de la población está en ascuas y no sabe si podrá celebrarla “como Dios manda”. No se sabe si los viajes planeados para reunirse con la familia se podrán hacer, pues todo depende de, si la región de Lombardía, así como Piemonte, Calabria y Valle d’Aosta, cambian de Roja a Naranja a partir del 27 de noviembre o del 3 de diciembre. Hoy, la región de Abruzzo, también fue clasificada como Zona Roja, después de que su nivel de contagio ha crecido.
Así que la población está atenta al decreto que llegará el 3 de diciembre cuando las medidas adoptadas de dividir al país en colores sean ratificadas o retiradas, mientras, los planes siguen en suspenso y aeropuertos y estaciones de tren, operan al mínimo.
“El virus corre en Italia y por eso no hay regiones verdes. Esto significa que difícilmente podremos transportar enfermos de una región a otra si la curva sigue aumentando exponencialmente», explicó apenas el jueves Giuseppe Conte, presidente del Consejo de Ministros, en una reunión con empresarios.
Y sobre la Navidad dijo: «No imagino fiestas navideñas con abrazos y besos, cenas y bingo. Espero que ganemos algo de serenidad y que la economía pueda funcionar a pleno rendimiento».
El miedo de los virólogos es que si los festejos natalicios se llevaran a cabo normalmente, se produciría una aceleración vertiginosa del contagio que duraría más allá del Año Nuevo y se podría desencadenar “la tercera ola”.
“Sería una imperdonable repetición de hechos como en Ferragosto (una tradición que se celebra el 15 de agosto, donde las familias se reunieron a pesar del riesgo de contagio). Sería banalizar los esfuerzos que hemos hecho para bajar esta semana el RT y poder evitar la saturación en las salas de terapia intensiva”, .
Silvio Brusaferro, presidente del Consejo Superior de la Sanidad
Además de pasar una Navidad ‘sobria’, las autoridades buscan que los millones de estudiantes que siguen en educación a distancia, regresen lo más pronto posible a las escuelas, por lo que bajar el RT es ya fundamental también por ellos.
Lo llaman índice de letalidad. Es el número de personas que muere por covid en relación con el número de personas que tiene la enfermedad . Es un indicador distinto a la mortalidad, que es el número de personas que muere en relación con la población total del país.
En el ranking mundial que elabora cada día la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, uno de los centros médicos más avanzados a nivel internacional. México ocupa el primer lugar de letalidad por covid en el mundo, con casi diez muertos de cada cien que contrajeron el virus. Irán ocupa el segundo lugar, con poco más de cinco personas, e Italia ocupa el tercer lugar, con 3.8 muertes por cada cien casos descubiertos desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, en una pandemia tan prolongada y cambiante, lo ideal para medir la situación real de cada país es considerar los casos activos de la epidemia, es decir, de los últimos 14 días.
Hace unos días, en su informe diario sobre la pandemia, el subsecretario de Salud mexicano, Hugo López-Gatell, aseguró que la letalidad en México en estos momentos es de 3.3 muertes por cada 100 casos.
«Las personas que tuvieron enfermedad en abril, ya no son casos, tampoco las de mayo, junio, ni octubre. Este número cercano al 10 por ciento, es la cifra acumulada de defunciones y de casos, pero no revela el cambio que se va dando en la probabilidad de morir si se padece covid.
«Llegamos al punto máximo en el mes de abril, abril-mayo, con un poco más de 23 por ciento cuando teníamos el incremento rápido de casos, pero posteriormente empezó a descender. En este momento, para la semana 45 del año, es de 3.3 por ciento», dijo.
Como sea, la letalidad es solo una fotografía estadística, con múltiples explicaciones, que plantea una serie de interrogantes que los epidemiólogos pueden responder sólo en parte.
En Alemania, por ejemplo, de cada 100 casos positivos, el 1.6 por ciento no sobrevive. Menos de la mitad que en Italia, más o menos como ocurre en Holanda, mientras que en Francia son algo más de dos, en España 2.8, en cualquier caso cifras claramente inferiores a las italianas. Incluso si los países son bastante homogéneos en contigüidad geográfica e índices demográficos.
Y para quienes disputan que algunos datos puedan verse alterados por la tasa de transparencia de un sistema de salud, por el contexto político, los registros de México e Irán parecen refutar la tesis. Una de las posibles explicaciones, según la universidad estadounidense, podría buscarse en el número de pruebas realizadas, porque la mayoría de los casos de covid son de carácter leve y un mayor número de pruebas puede aumentar el registro de casos, lo que reduciría el índice de letalidad.
Las autoridades mexicanas han explicado que el monitoreo epidemiólogico que se realiza no tiene la intención de conocer todos los casos, sino de entender el comportamiento de la epidemia.
En los países europeos no hay tampoco mucha claridad. Alemania ha realizado 25 millones de pruebas, mientras que Italia algo más de 18 millones. Pero Gran Bretaña ha realizado hasta ahora más de 37 millones de pruebas, el doble que Italia.
Entonces, ¿por qué la enfermedad parece más «mala» en Italia, al menos entre los grandes países europeos? Los científicos de Baltimore sugieren otras dos claves para la explicación. La edad de la población, que en Italia se encuentra entre las más altas del mundo, y sabemos que la edad promedio de las muertes por Covid en Italia es de 82 años, y otro aspecto está ligado a la eficiencia del sistema de salud, en el momento en que el paciente se hace cargo, a la velocidad del tratamiento.
Pero incluso aquí los epidemiólogos estadounidenses de alguna manera se rinden, diciendo que se desconocen otras explicaciones. Por ejemplo, la República Checa se encuentra entre los países más afectados del mundo, pero donde la gente muere menos, con una letalidad de solo 1.4 por ciento. O Suecia, famosa por haberse centrado en la inmunidad colectiva más que en los encierros, y sin embargo, la tasa de letalidad es más baja que en Italia, situándose en el 3.5 por ciento.
En el otro índice, el de mortalidad, ligado a la población total, el ranking sitúa a Italia entre los diez primeros países del mundo, en sexto lugar, con más de 81 muertes por cada 100 mil habitantes, con Alemania parando en 17, Francia con 72, mientras que España nos supera con 91 casos de mortalidad y Bélgica es el primer país del mundo con 128 muertes por cada 100 mil habitantes.
Massimo Ciccozzi, epidemiólogo y estadístico del Campus Biomédico de Roma, que también estudió en Baltimore, sugiere algunas interpretaciones, aunque no exhaustivas:
“Patologías previas, se pudo descubrir que nuestra población (la italiana), a una determinada edad, tiene más que otros países, al menos tres según el estudio realizado sobre más de 5 mil registros médicos. Pero también el Rsa, que en Italia se ha visto más afectado por el virus que en otros lugares, con sujetos muy ancianos. La eficiencia del sistema de salud y el método de seguimiento, que pasamos por alto. Y muchos otros factores. Lamentablemente, los datos agregados son fiables, pero no son capaces de explicarlo todo”.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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