14 abril, 2020
Ante la falta de respuestas de la UNAM para crear una comisión que les permita enfrentar la emergencia sanitaria por covid–19, las estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras pausaron su paro por la violencia de género y dejaron de forma temporal las instalaciones
Texto: Vania Pigeonutt
Foto: Duilio Rodríguez
Luego de cinco meses y 10 días de mantener tomada la Facultad de Filosofía y Letras, las Mujeres Organizadas (MOFFyL) decidieron hacer una pausa y entregar las instalaciones ante la falta de respuestas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de brindarles los insumos necesarios para continuar con su protesta en el contexto de la pandemia por coronavirus (covid-19).
Las MOFFyL dejaron las instalaciones este martes, ante la negativa de crear una comisión sanitaria que las monitoreara y no perdieran seguimiento con la Comisión de Género de la universidad para continuar con las demandas pendientes. Una de las principales: un mecanismo para expulsar a los docentes, administrativos, y estudiantes que han acosado o violentado a alumnas.
Las instalaciones quedan como un memorial a la impunidad feminicida dentro de la UNAM. Hay pintas múltiples con su exigencia de castigar y erradicar la violencia de género. Los nombres y los rostros de Lesvy Berlín Rivera Osorio y Mariela Díaz Valverde, asesinada y desaparecida en Ciudad Universitaria. Muros con pintas sobre lo que ha implicado protestar en estos 160 días, que iniciaron el 4 de noviembre en demanda de la erradicación de la violencia de género.
Las estudiantes lograron que en febrero, a través del Consejo Universitario, la UNAM modificara los artículos 95 y 99 del Estatuto General. Así, la violencia de género quedó como una causa “especialmente grave de responsabilidad”, pero sin que el artículo 98, referente a las sanciones sufriera modificaciones.
Lograron la ampliación de uno a tres el número de vocales permanentes que integran el Tribunal Universitario, incorporando a dos mujeres docentes en derecho al órgano universitario de decisiones máximo. También lograron la creación de una Comisión Tripartita Autónoma, integrada por mujeres que da seguimiento a las exigencias para erradicar la violencia de género en la UNAM, misma que sesionó públicamente, en un momento histórico.
En febrero pasado las estudiantes se manifestaron al respecto. “No le vamos a aplaudir a la Universidad un esfuerzo mínimo que debió haber hecho hace mucho tiempo”.
“Nunca podrán volver a ignorar que existimos y resistimos en este lugar”, puntualizaron.
Este martes, acompañadas por personal de la Rectoría y de Protección Civil, las autoridades realizaron un recorrido para verificar el estado de las instalaciones.
“La Universidad Nacional reconoce la prudencia en la decisión de las mujeres organizadas de la Facultad de Filosofía y Letras, pues la salud es sin duda la prioridad”, dijo la UNAM en un escueto comunicado.
“Más adelante se informará a la comunidad de la Facultad sobre los pasos a seguir durante los próximos días, en tanto continúa la emergencia sanitaria Covid-19”, enfatizó la UNAM, con la promesa de compromiso de: “mediante el diálogo y con base en la legislación universitaria, en el combate decidido a la violencia contra las mujeres”.
Mediante comunicados en sus redes sociales, porque aseguraron que no darán entrevistas sobre su decisión, las Mujeres Organizadas puntualizaron cómo dejan La “Salona”, un punto de encuentro para ellas y disidencias: un lugar que sirva como espacio organizativo horizontal y autogestivo, según sus propias palabras.
Las chicas expresaron que piensan La Salona como un lugar que constantemente se construya seguro por y para quienes lo habiten, un lugar donde todas sean escuchadas y que puedan asistir para encontrar un refugio, un lugar de creación de conocimiento colectivo, de reflexión y de cuestionamiento constante fuera de las formas academicistas, coloniales y patriarcales desde las que, en su opinión, se les imponen los saberes.
“En este espacio pretendemos continuar el trabajo de base que se ha llevado a cabo durante cinco meses, en miras de que los compromisos firmados por dirección sean cumplidos, así como las demandas faltantes. Creemos importante recordar que la necesidad de organizarnos no sólo surge en el marco de ciertas coyunturas, sino que creemos en la organización de mujeres como algo permanente, y que las redes que hemos formado no están condicionadas a la toma de las instalaciones”, dijeron.
Al dejar las instalaciones, precisaron, dejan ese espacio ocupado y apropiado por ellas con víveres no perecederos, ropa, cobijas, electrodomésticos, y otros objetos prestados durante estos meses por sus compañeras y profesoras de la FFyL, organizaciones y diversas colectivas.
Estas pertenencias fueron inventariadas y serán resguardadas en ese espacio hasta el reinicio presencial de clases.
“Responsabilizamos a las autoridades de la facultad por cualquier cosa que le suceda a nuestra espacia y a todo lo que se encuentra dentro de ella”.
Explicaron que: “esta espacia surge de la organización de mujeres ante la violencia sistemática que nos atraviesa en todas partes. No olvidamos la lucha de las compañeras que han existido en esta facultad antes de nosotras, las que que desde sus espacios y con sus herramientas han resistido a la violencia patriarcal que las ha atravesado. Todas las mujeres que hemos pisado esta facultad nos hemos enfrentado a esa violencia, y seguramente las que vienen lo harán, pero creemos que vivir esos procesos puede ser distinto para ellas”.
Con su movimiento permanente, buscan que ellas no tengan que esconderse en un baño al encontrar a su agresor, “a que no tengan que abandonar sus espacios o llorar solas en los pasillos, que no sean acosadas en sus salones o violentadas en las escaleras, que no sean señaladas en los aeropuertos, que no sean agredidas en los baños, ignoradas como nosotras fuimos, porque al estar en la salona ya nunca podrán negar nuestra existencia y resistencia, porque no podrán voltear y seguir con su comodidad y normalidad, porque seremos permanentemente incómodas”.
La Salona se quedó con las pertenencias con una A de anarquía en el pintarrón y una virgen de Guadalupe anarquista con el fondo de un corazón negro, según se aprecia en las fotos difundidas en Twitter.
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