El Cristo de Iztapalapa murió solo… o casi
Por primera vez en 177 años, la Pasión de Cristo en Iztapalapa se llevó a cabo a puertas cerradas. Con el mundo autoconfinado por el miedo a la pandemia, la representación religiosa que cada año reúne a 2 millones de fieles apenas tuvo un puñado de testigos. Pero en la clandestinidad, en el barrio, allá en la vecindad chiquita, en los nichos y cuartitos pobres, la gente convivió, fue feliz, y se enlutó por la muerte de su Jesús
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