En muchos pueblos de Guerrero, como Coyuca de Catalán, la paz equivale a dejar atrás casas, animales y a veces familias, debido al desplazamiento forzado. Muchos de los que huyen piden asilo en Estados Unidos, porque consideran que no estarán seguros en ningún punto de México
Por Médicos Sin Fronteras
“Optamos por la paz”. Hace unas semanas, para alrededor de 300 personas de pueblos de Coyuca de Catalán optar por la paz significó sacrificar la vida tal y como la conocían. Abandonar casas, sustento y animales domésticos; dejar atrás familias, campos o ganado e iniciar un camino hacia el exilio como desplazados, hacia Zihuatanejo, Querétaro, Ciudad Altamirano o Michoacán. En muchos pueblos de Guerrero, la paz equivale a sacrificar una vida, la pasada, para mantener una vida, presente, y con suerte canjearla por otra, futura, lejos.
“Es desolador ver a las familias bajar de la sierra, mujeres y niños caminando kilómetros y kilómetros, porque no disponen de vehículos suficientes”, explica Ana Isabel Rúa Jaramillo, la referente médico del proyecto de MSF en Guerrero, que asistió a los desplazados de diferentes pueblos de Coyuca de Catalán a mediados de marzo. “Es desolador ver a los niños tan tristes, ver cómo señalan a los animales que tienen que vender para huir, escuchar cómo dicen ‘ese era mi caballo, ya me despedí de él para que nos podamos marchar’. En algunos casos incluso nos refirieron que habían dejado atrás a abuelos o abuelas que o bien no quisieron salir o no pudieron salir porque su avanzada edad les impedía el camino”.
Rúa Jaramillo, que lleva en Guerrero desde el pasado mes de octubre y que ya había trabajado en la zona hace unos años, no había sido testigo de un desplazamiento de estas proporciones, “el número era grande e impresionaba verlos agrupados, con todos sus bártulos, con los hombres que bajaron el ganado, 400 cabezas, para venderlo a cualquier precio”.
Los equipos de MSF atendieron a las familias en El Coyol, a partir del 10 de marzo, “al principio fueron unas 150 personas, principalmente mujeres y niños, luego ya llegó el resto, hasta sumar unas 300”. De acuerdo con el relato que hicieron a los médicos y psicólogos que los atendieron, los vecinos se vieron forzados a huir después de negarse a tomar partido por uno u otro de los grupos armados que rivalizan por el territorio. “Ha sido mucho más dramático que otros desplazamientos que he vivido, por el número de gente afectada”, considera la referente sanitaria. Añade: “si en muchas comunidades que visitamos es frecuente que aludan a familiares que huyeron previamente a Estados Unidos, en esta ocasión la petición de que les ayudáramos a buscar asilo fue mayor. No es algo que nosotros hacemos, claro está, pero sí nos lo pidieron en repetidas ocasiones. Los carteles están por todo México y no se iban a sentir seguros en ningún lugar, nos decían”.
“Los atendimos por heridas en los pies, dolores musculares, contusiones, algo habitual tras horas en los caminos. Pero también hicimos mucha prevención por covid”, añade Rúa Jaramillo, “los echan los armados de la sierra, pero los está esperando el virus. Hay que tener en cuenta que en sus pueblos el covid está más contenido, viven más aislados, al aire libre, apenas tenían que usar el cubrebocas. Ahora, se encontraban viviendo en espacios cerrados, en casas donde los habían acogido temporalmente, hacinados. Tuvimos que hacer mucha tarea de prevención y de explicación, todavía hay muchos mitos sobre la enfermedad”.
Otro de los aspectos en los que los equipos médicos de MSF hicieron hincapié fue en la salud mental. Muchos desplazados se quejaban de dolor de cabeza, angustia, terrores nocturnos o crisis de llanto, niños incluidos. “Trabajamos en explicarles que esos síntomas, ese estrés agudo y ansiedad generalizada son normales tras un trauma como el vivido. Asimismo, les facilitamos nuestra línea de atención telefónica, para poder seguir atendiéndolos allá donde fueran, cuando lo requirieran”, explica la responsable médico.
Los equipos de MSF en Guerrero trabajan mediante clínicas móviles que de forma periódica visitan pueblos afectados por la violencia y que, a causa de ello, no disponen de acceso a servicios médicos regulares. Para poder realizar este trabajo, la organización médico-humanitaria hace énfasis en su neutralidad y en que todos aquellos necesitados de ayuda médica, estén en la comunidad en la que estén, puedan recibirla, sin perjuicio de ideología, raza o credo o filiación de las personas que se atiende. MSF lleva trabajando en Guerrero desde 2016 y en la actualidad dispone de tres equipos conformados por personal de medicina, psicología y enfermería, que salen de Iguala de la Independencia y Zihuatanejo de Azueta para llevar atención gratuita, bajo la premisa de que todas las personas tienen derecho a ser asistidas en su hora de mayor necesidad y de que los servicios médicos y su trabajo deben ser respetados por los grupos armados.
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