‘Hashtag’ justicia para los feminicidios de menores

21 octubre, 2020

Todos los días en redes sociales hay uno o varios nuevos #JusticiaPara que parten de crímenes en contra niñas y mujeres. Y el incremento de la violencia feminicida contra niñas y adolescentes no es solo una percepción individual de las tendencias de redes sociales, sino un porcentaje cada vez mayor dentro de los feminicidios

Twitter: @CeliaWarrior

Algunas notas en medios la llaman adolescente; otras, niña. Ayelin tenía 13 años, desapareció en Tixtla, Guerrero, el 15 de octubre de 2020 y probablemente su historia no hubiera trascendido de los medios de comunicación locales de no ser porque sus familiares bloquearon una carretera para visibilizar la desaparición y generar presión a las autoridades que debían buscarla. Encontraron su cuerpo desmembrado, 4 días después, en un terreno cercano a su casa.

Este espacio iba a abordar el tema del autocuidado feminista, pero llevo varios días recopilando información sobre feminicidios recientes de menores de edad en México y el de Ayelin fue el último que llegó a colocarse dentro de las tendencias en redes sociales y en mi psique. Es una paradoja pero, después de conocer la noticia de su feminicidio y la manera en la que hallaron su cuerpo, no puedo pensar en el [imprescindible] autocuidado feminista ni en otra cosa.

Para la noche del lunes, el hashtag #JusticiaParaAyelin se unió a los de #JusticiaParaMari (15 años, Jocotitlán, Edomex), #JusticiaParaDeysi (17 años, Acayucan, Veracruz), #JusticiaParaCinthia (14 años, Huimanguillo, Tabasco), #JusticiaParaXimena (16 años, Chínipa, Chihuahua), #JusticiaParaNoemí (17 años, Tequisquiapan, Querétaro), #JusticiaParaElsy (12 años, Tala, Jalisco), #JusticiaParaJennifer (5 años, Pesquería, Nuevo León), #JusticiaParaAnaPaola (13 años, Nogales, Sonora)…

Y la lista podría continuar, a pesar de que solo estoy considerando hashtags por feminicidios de menores de 18 años, en 2020, en México. No llegaron a ser tendencia en redes sociales: Michelle (3 años, Tepic, Nayarit), Mariana (5 años, Cancún, Quintana Roo), Jean Aliyah (12 años, Piedras Negras, Coahuila) y muchas otras más. Y aunque hoy podemos rastrearlos en la amplia internet de las cosas, encontraremos que algunos casos fueron reportados de forma escueta en medios, mientras la agenda mediática nacional se concentraba casi exclusivamente en el tema del coronavirus, y no hay certeza de que estos crímenes sean registrados, investigados y juzgados como feminicidios por las autoridades, a pesar de contar con las características.

Todos los días en redes sociales hay uno o varios nuevos #JusticiaPara que parten de crímenes en contra niñas y mujeres, usualmente feminicidios. Se ha tornado una práctica de casos tan recurrentes que, más que la exigencia efectiva del esclarecimiento y resolución jurídica, hoy constituye un ejercicio de memoria digital. Tanto la constancia de la violencia feminicida, como la impunidad frente a ella, ha dejado la frase sin efecto literal.

En la lógica impuesta desde la impunidad, la difusión de un feminicidio tras otro es una presentación —a veces, incluso una reproducción— de la violencia en lo mediático sin algún efecto de concientización. Aunque, me parece, cuando se trata de violencia feminicida en contra de niñas o adolescentes aún prevalece cierta indignación social generalizada a rescatar.

Si nos enfocamos en el número de víctimas menores de edad en carpetas de investigación iniciadas por feminicidios, lo evidente es el incremento año con año, como lo han hecho dentro de este delito en general. En 2018, representaron el 9 por ciento; en 2019, el 10; y en los primeros 8 meses del 2020, ya son más de 11 por ciento del total de feminicidios en México.

Sin embargo, considerando cómo se registra la violencia feminicida en el país, tendríamos que mirar también los datos de homicidios dolosos. Con ello, este 2020 suman 201 víctimas mujeres menores de edad de homicidio doloso y feminicidio, hasta agosto. Es decir, un promedio de 25 por mes, con todo y las restricciones de movilidad en espacios públicos, laborales y escolares que trajo la emergencia sanitaria por la covid-19 y el aumento de la cifra negra que esto implica. 

Así queda claro que el incremento de la violencia feminicida contra niñas y adolescentes no es solo una percepción individual de las tendencias de redes sociales, y tendríamos que prestarle mayor atención y análisis profundo al dónde, cómo y bajo qué circunstancias está sucediendo.