Después del encierro, a retomar la lucha contra la obesidad

18 junio, 2021

La obesidad empeora el pronóstico de un contagio por covid-19. Si bien la pandemia puso la atención en el cuidado de la alimentación y el cuerpo para prevenir, paradójicamente el encierro implicó un retroceso para personas que luchan contra esta enfermedad. Falta de acceso a alimentos saludables, falta de movilidad y los problemas emocionales que vinieron con el confinamiento.

Texto: Karen Cano / La Verdad

Foto: Rey Jáuregui/La Verdad

CIUDAD JUÁREZ.- En medio de su lucha contra el sobrepeso, Verónica tuvo que encerrarse en su casa para esquivar la pandemia de covid-19 y enfrentar la angustia de un inminente contagio del virus, que le provocara la muerte o que pudiera transmitir la enfermedad a su familia.

“Yo tenía a mis papás, que son personas de la tercera edad, a mi compañero, yo no quería enfermarme y mucho menos contagiarlos”, relata la mujer de 50 años que padece obesidad, una de las comorbilidades con mayores porcentajes en los casos de fallecimientos por covid-19 registrados en el estado de Chihuahua.

En el 2018, Verónica –como pide que se le identifique por miedo a sufrir discriminación– llegó pesando 130 kilos al grupo Tragones Anónimos Nueva Esperanza, donde le llevó 4 años bajar 35 kilos.

Sin embargo, tan sólo en los primeros tres meses de la pandemia recuperó 10 kilos.

“Yo me sentía muy angustiada porque estaba luchando por hacer el plan de alimentación, pero también tenía miedo de covid, la gente se moría y se moría, y estaba encerrada y no podía dejar de comer”, relata la mujer.

Asegura que su aumento de peso se debió a la angustia generada por el miedo a la enfermedad y a la ansiedad que le provocó el confinamiento social.

Necesitaba el acompañamiento de su grupo. Su obsesión por la comida se agudizó con el estrés y el confinamiento por el coronavirus.

El tragonismo

Tragones Anónimos es una agrupación donde se trata la tendencia a comer como una enfermedad a la que llaman “tragonismo”, la cual podría definirse como una obsesión por la comida y que se origina por problemas en el manejo de las emociones, que orillan a la persona enferma a comer para intentar sentirse mejor.

El programa consiste en terapias de grupo, en donde se comparten al menos dos veces a la semana sus experiencias durante el proceso de pérdida de peso; y se mantienen en observación pesándose cada sesión, e incluso comparten una dieta baja en calorías creada por nutriólogos.

La psicóloga clínica Linda Ávila explica que la exacerbación de episodios de angustia y estrés en las personas ha sido algo evidente y constante durante esta contingencia de salud por el covid-19.

La pandemia funge como causa, abunda, pero también como detonante de crisis en personas que ya cargaban con otros problemas emocionales.

“Hay personas que la utilizan para aliviar la angustia y el dolor emocional, y no nada más la comida, también sustancias, o hasta las redes sociales, es la necesidad de sostenerte de algo para sobrellevar estos momentos”, afirma.

El entrenador del Gimnasio Alcatraz, Cristopher Ramírez, expresa que a esa situación descrita por Ávila se suma el factor del cierre de espacios para hacer deporte y ejercicio.

“Y no nada más los usuarios, hasta los mismos trabajadores (del gimnasio) subieron de peso. Es una necesidad hacer el ejercicio, y yo vi como instructores que estaban súper marcados y con índices de grasa bajo, aumentaron de peso por la inactividad”, comenta.

Los gimnasios permanecieron cerrados por al menos 8 meses debido a las restricciones impuestas por el Semáforo de riesgo epidemiológico para prevenir la expansión del virus.

Otra pandemia

De los más de 7 mil pacientes que a la fecha han perdido la vida a causa de covid-19 en Chihuahua, al menos un 15 por ciento tenía obesidad, condición que agravó su cuadro clínico hasta causarles la muerte, de acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Salud del Estado. Es decir, al menos mil 55 personas.

“Hay una compañera que tenía muchos kilos de más y ya no vino, pues cerramos por la pandemia. Ella ya había bajado de peso, pero volvió a subir desde antes de la pandemia, luego subió más y se murió”, relata Araceli, de 52 años, otra integrante de Tragones Anónimos.

A su compañera, agrega, incluso la corrieron de su trabajo porque decían que representaba un peligro por su obesidad.

En el programa de Tragones Anónimos, indica, el acompañamiento y las charlas grupales son la base para poder realizar el cambio; pero estas fueron suspendidas por covid.

Datos de la Secretaría de Salud del Estado, reflejan que desde enero de 2019, hasta marzo de este año, al menos 111 personas han muerto por enfermedades diversas provocadas directamente por la obesidad en el estado.

Problema no cuantificado

Ante la actual epidemia de covid-19, esta enfermedad cobró importancia debido a que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves que pueden llevar a la muerte, sin embargo las autoridades no han cuantificado que tanto se agravó en el último año en la entidad.

“No hay estudios fidedignos, un corte, por así decirlo, de 500 personas que no salieron de su casa y permanecieron ahí y cuanto pesaban al inicio y cuanto pesaron después; todo es meramente percepción”, explica el subdirector de Epidemiología de la Secretaría de Salud, Gumaro Barrios Gallegos.

Aún con ello, indica que México siempre ha tenido los primeros lugares de obesidad en el mundo, y destaca que la clave está en la generación de buenos hábitos alimenticios, para lo cual, indica, hay diversos programas federales.

La misma secretaría, a finales del 2019, indicaba que en el estado 7 de cada 10 personas padecían obesidad u sobrepeso. Pero al momento de solicitar estadística reciente a las autoridades señalaron que no tenía acceso a las mismas, debido a que el sistema que se utiliza a nivel nacional no estaba funcionando.

El año pasado La Verdad informó que la obesidad fue detectada en 18 mil 152 personas en el 2016, pero para 2019 la cifra era superior en un 76 por ciento, al ascender a 32 mil 27 los nuevos casos notificados.

“Ahora está llegando gente nueva, desesperada por estar en casa (comiendo y engordando)” explica Aracely, “Es una enfermedad que el enfermo la mayoría de las veces no se da cuenta que está enfermo y nada más piensa que quieres estar comiendo, aunque hayas acabado de comer”.

Verónica explica que su problema era ese, el estar en casa todo el día con la comida siempre dispuesta, y su angustia constante por las cosas que escuchaba sobre el virus todo el tiempo.

“Yo sólo comía, y andaba buscando qué comer, y aunque no me gustara me lo comía”, relata.

En junio del año pasado, el grupo de Tragones Anónimos al que ella asistía reabrió sus puertas con estrictas medidas de protección, y fue así como reinició sus sesiones.

“Sola no puedo, yo necesito este grupo, necesito trabajar emociones y estar en una tribuna con mis compañeras”, expresa.

Angustia y culpa

Ante la angustia generada por la pandemia o cualquier otra causa, Linda Ávila recomienda detectar cuales son esos impulsos y observar porque se desarrollan.

Indicó que el no tener un peso ideal no es por sí mismo un hecho negativo, el problema es cuando la persona se siente incómoda con él, provocando así emociones que van desde el autorechazo a la culpa.

“Hay que trabajar en ‘cuando yo siento el impulso’, si es incontrolable y me hace sentir mucha culpa, entonces me va a generar un malestar y esto genera a su vez dinámicas complicadas que se convierten en una tortura emocional”, explica.

Tras el regreso paulatino a la normalidad, en el caso de las personas que mantienen un entrenamiento físico, la situación progresa.

“Cuando alguien se concentra a trabajar con periodos largos, es cuando empieza a ver resultados; por ahora ya tenemos 4 meses abiertos”, indica Ramírez.

Con centros deportivos y gimnasios cerrados, la actividad en casa no demanda el mismo esfuerzo físico, sobretodo porque no se cuenta con los aparatos necesarios en la mayoría de los casos.

“La falta de actividad física eleva los niveles de glucosa en la sangre, y eso daña la salud. Y para hacer frente a esta enfermedad es necesario que estemos fuertes”, agrega.

Señala que la demanda de estos espacios todavía es escasa y lo atribuyen por la reducción de aforo y la crisis económica por la que atraviesan varias personas que han perdido empleos.

El epidemiólogo Barrios Gallegos indica que la clave es lograr hacerse del buen hábito de comer saludable y hacer ejercicio, y no dejarlo, aunque esto es al mismo tiempo la parte más difícil.

“Algo que haces siempre y conviertes en un hábito, se mantiene y eso es lo que se tiene que hacer”, asegura.

Actualmente, tanto Araceli como Verónica continúan en el programa de Tragones Anónimos, que ahora ya con los cambios de semaforización les permite mantener activas sus reuniones presenciales con sana distancia, y en las que tienen la oportunidad de compartir experiencias y menguar los estragos emocionales de esta situación.

“Para mi es importante que alguien que pase por lo mismo que yo me escuche, y entonces así podemos entender nuestra enfermedad y seguir adelante”, indica Araceli.

De esta forma, ambas han retomado el camino a la pérdida de peso.

Este trabajo fue realizado por LA VERDAD DE JUÁREZ, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original.

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