Una alianza de ejidos y el pueblo wixárika desmanteló un cerco ilegal en Wirikuta, en una acción sin precedentes. Detrás del despojo está la agroindustria, que aprovecha la división comunitaria y la complicidad institucional. La protesta, vigilada por el gobierno federal, marca el paso de la resistencia a una contraofensiva. Buscan defender el territorio sagrado y sentar un precedente nacional contra el acaparamiento de tierras
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